Manifestación del precariado metropolitano barcelonés el 1 de Mayo
Ha comenzado el Mayo Rebelde y ha comenzado con recombinaciones de lo más interesante en los planteamientos estratégicos habituales de las redes activistas: las mutaciones activistas provocadas por el 15M no paran de darnos sorpresas e incentivarnos a continuar luchando. Tras un Primero de Mayo como no se recordaba en años, la movilización estudiantil del 3M ha sido un nuevo éxito. El partido contra el mando, por lo de ahora, va 2-0. Inmejorable resultado de cara al 12M-15M.
Ha comenzado el Mayo Rebelde y ha comenzado con recombinaciones de lo más interesante en los planteamientos estratégicos habituales de las redes activistas: las mutaciones activistas provocadas por el 15M no paran de darnos sorpresas e incentivarnos a continuar luchando. Tras un Primero de Mayo como no se recordaba en años, la movilización estudiantil del 3M ha sido un nuevo éxito. El partido contra el mando, por lo de ahora, va 2-0. Inmejorable resultado de cara al 12M-15M.
A Felip Puig se le ha quedado anticuado el manual del represor. Paradojas de la cleptocracia: querer ir de liberal-demócrata y ser un liberal-autócrata. Su estrategia de la provocación no ha funcionado y, por el contrario, tanto quienes llamaron a no-manifestarse como quienes se manifestaron, combinaron acertadamente dos tácticas aparentemente contradictorias en lo estratégico cuya coherencia sólo puede ser comprendida bajo el paradigma acéntrico del enjambre de la multitud.
Por lo que hace a la primera opción, hay que tomar buena nota. La escalada de la tensión promovida por el mando no ha encontrado respuesta en la multitud. Desde el 15M se ha intentado por activa y por pasiva, con infiltrados o sin ellos, sabotear la acción colectiva, impedir que se exprese el descontento. La derecha del 1% es perfectamente consciente de que no puede mantener un asalto cleptocrático de estas dimensiones sin esperar una respuesta social. Sin embargo, en este mayo rebelde, como desde hace un año, se está demostrando una inteligencia estratégica colectiva del mayor interés.
Por lo que hace a la segunda opción, el éxito movilizador nos ha de hacer reflexionar sobre el impacto en las políticas públicas. No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que lo que está en marcha es la exclusión del 99% del acceso al mundo universitario. A este ritmo, en apenas una legislatura nadie reconocerá ya la universidad como el espacio de ascenso social que fue desde la transición. La pregunta del futuro más inmediato ya no tiene que ver tanto con la deslegitimación de las políticas (por más que necesaria, la movilización existosa tendrá en este sentido un rendimiento decreciente que la puede abocar a su propio fracaso) cuanto con la urgencia de crear un horizonte estratégico de medio plazo y viable.
Así las cosas, las preguntas del momento son más bien ¿hay que contentarse con manifestarse el resto de legislatura y esperar a que gane una izquierda más a la izquierda que la de Zapatero? ¿tiene una opción así sentido en la precariedad más extrema? ¿a dónde irá el cognitariado precario que ahora va al paro? ¿O la respuesta acertada radica, por el contrario, en la puesta en marcha de otra estrategia basada en la producción de las instituciones del común y su articulación en un régimen de poder alternativo al actual?
Deslegitimado el argumentario neoliberal...
Sabido es que los medios nos machacan a diario con la inviabilidad del gasto público. En este contexto, la no-movilización del 3M (la contracumbre existente sólo en la fantasía de la derecha) ha sido una forma de movilización de lo más existosa: ha dejado de manifiesto el sinsentido de los dispositivos policiales y de un gasto que, va de suyo, debería estar en escuelas y hospitales. Incluso desde la lógica abyecta de los ultras del mercado, la gestión de las derechas carece de sentido. La deslegitimación del gobierno y con ella, por el error autocrático de su propia gestión, del régimen en su conjunto, prosigue su curso.
Más aún: si algo demuestra la desproporcionalidad sistemática frente al movimiento del gasto policial y de las medidas represivas adoptadas (recordemos que en estos momentos siguen detenidas personas cuyo único delito es la expresión de su discrepancia) es que el mando tiene miedo. Sólo quien tiene miedo golpea en exceso. Las movilizaciones del primero de mayo y del 3M han demostrado que estrategia de la tensión, por tanto, fracasa ante el inteligente y libre ejercicio de libertades y derechos. Quemar contenedores, decíamos no hace mucho, no cambia el miedo de bando; sólo la indignación. Las manifestaciones de descontento multitudinario, por el contrario, desencadenan el pánico en el mando. No olvidemos, con todo, que un mando dejado llevar por el pánico puede resultar muy peligroso.
... mirar hacia el #12M15M de forma creativa
Encaramos así el #12M15M con razones sobradas para el más prudente de los optimismos. En un contexto como el que se nos viene encima, resulta absolutamente fundamental no caer en las trampas de la tensión, asumir que la represión nacida del pánico del 1% será inevitable, pero que evitar la desdemocratización del régimen de poder en beneficio de la cleptocracia es perfectamente viable si se reflexiona de manera crítica en los espacios de movimiento. Es preciso que las movilizaciones sean entendidas como zonas autónomas temporales en las que resulta posible instaurar las instituciones del régimen político del común.
El tiempo del "me manifiesto y me voy para casa (o el trabajo) hasta que me convoquen de nuevo" se ha terminado. En las condiciones actuales es el conjunto del mundo de la vida lo que hay que organizar: la vivienda, los estudios, la salud... un ataque tan masivo contra lo público estatal como el que se está lanzando requiere de la respuesta más urgente en la organización de lo público no-estatal. Nos acercamos al aniversario del acontecimiento que marcó el punto de inflexión. En un año se han conseguido cosas sencillamente impensables con anterioridad. Llega la hora de ir más allá de lo puramente expresivo del descontento en las movilizaciones y descubrirlas como espacios de la instauración del régimen político común.