dimecres, de juliol 16, 2014

[ es ] Nota por una teoría política lisérgica...



Cambiar intencionalmente nuestra percepción del mundo es incidir sobre las propias condiciones de subjetivación. Y poner en juego la propia subjetividad la manera de situar el conocimiento. Es por eso que una teoría política que se tome en serio cambiar el mundo. a la par que se quiera parte y expresión del poder constityente, no puede por menos que tener presente este punto de partida. Si aspiramos a escapar de los bucles a que aboca la gramática política, reapropiándonos así de nuestra propia subjetividad sin por ello hacernos víctimas del yo como dispositivo de la individualización funcional al individualismo posesivo, se impone la experimentación más allá de los límites de ese presentársenos el mundo. 

Sin partir de una premisa tal, no es posible poner en juego las variables de intersubjetivación simbióticas necesarias al antagonismo emancipador que se debe desplegar en los contextos de la totalización biopolítica que impone el espectáculo. Ante la oclusión de los dispositivos de la dominación solo cabe la apertura disruptiva del devenir nosotros que interpela al animal (zoe) en su ser en el mundo, antes incluso de que los juegos del lenguaje se hagan presentes. Solo en ese abismo se engendra la potencia y la anomalía se hace fuente de un nomos siempre más poderoso. No ya vivir para ver, sino ver, oler, palpar... para vivir.