diumenge, d’octubre 28, 2012

[ es ] Notas de precampaña, 2: ¿dónde se han de situar estratégicamente las CUP y cómo?


La actual campaña electoral catalana se está viendo marcada por el cambio de "marco interpretativo general" (masterframe) posterior a la Diada de este año. Con el adelanto electoral a media legislatura (evidencia de que el régimen se agota) la lumpenoligarquía convergent ha sabido utilizar tácticamente el recurso institucional de la convocatoria adelantada en su propio beneficio (al menos de momento). Su intención es clara, obtener una prórroga de cuatro años a sus políticas de recortes y acabar de configurar del país de acuerdo a su encaje neoliberal en la UE como colonia turística. Si nada ni nadie lo remedia, en los próximos años asistiremos a una destrucción sin precedentes del Estado de bienestar bajo la falaz invocatoria de una independencia que nunca llegará (a la que, de hecho, el propio Mas llama ya "interdependencia" aunque sea más bien la simple y llana dependencia de los mercados).

Ante el nuevo contexto, tan marcado por el salto del eje social al eje nacional, resulta de lo más ilustrativo examinar las segundas opciones de voto, habida cuenta de que prefiguran el marco en que se habrá de desplegar las estrategias de campaña. En este sentido, a poco que se eche un ojo a la gráfica (se trata del sondeo de la consultora GESOP realizado entre el 18 y el 22 de octubre de 2012 con una muestra de 710 personas), rápidamente descubriremos la importancia de los dos ejes fundamentales que articulan el país (social y nacional), así como algunos lugares comunes de la política catalana; por ejemplo (leyendo la gráfica de izquierda a derecha):

1) poca cesión del PP a CiU (6,6%) y, por el contrario, mucha (42,7%) a Ciutadans. Esto refuerza el campo de tensión nacional por encima del social: a pesar del consenso neoliberal con el PP, la deriva pseudosoberanista de CiU asusta a los electores populares.

2) la segunda opción de CiU es Esquerra, que adopta en este caso el rol de advocacy-party de la independencia (en menor medida SI), esto es, la opción electoral que ante la desconfianza de la autenticidad del independentismo de CiU puede ser percibida como garantía de que las promesas independentistas de Mas se lleven a cabo.

3) en sentido inverso, los votantes de Esquerra no ven en el giro estratégico de CiU razones para modificar su posición (un 36% de Esquerra optaría por CiU frente al 57,7% de CiU que lo haría por Esquerra). Al fin y al cabo, la convocatoria de elecciones seguramente es leída como confirmación de sus propias tesis independentistas.

4) el PSC claramente se hunde hacia ICV, cosa perfectamente comprensible toda vez que ICV, confiada en la ausencia de competidores destacados por la izquierda, no se ha desmarcado de su posición extremadamente moderada de la última década.

5) Tanto es así lo anterior, que ICV ve como la segunda opción de sus votantes desertores podría decantarse por partes iguales al PSC y a Esquerra; el primero, es de presumir, por considerarse el "voto útil" y la necesidad de plantar cara a la mayoría absoluta de CiU, el segundo por no sentirse del todo satisfechos con la posición instrumental respecto a la cuestión nacional que defiende Herrera (la independencia no es contradictoria con el federalismo, sino un paso previo)

6) Ciutadans y el PP se retroalimentan mutuamente y tanto monta, monta tanto, con la ventaja indudable para Ciutadans del mayor desgaste del PP debido al desgaste del gobierno de Rajoy.

7) SI se mueve claramente en los márgenes de su origen: ser una escisión de Esquerra en un momento de recomposición electoral de la organización que puede ser vista dos años más tarde, como la garantía de entrar en el Parlament para presionar desde el independentismo. La huida de Laporta, la desaparición de Reagrupament y la presentación de las CUP estrangulan a una candidatura de notables por todas partes. Al fin y al cabo, los notables se agotaron como agencia política fuera de la política de partido hace cosa de un siglo.

¿Y las CUP?

Desciéndase en la lectura de la gràfica  hasta el lugar de las CUP y obsérvense los vectores que podrían aportar flujos de voto decisivos para que la formación municipalista entrase en el Parlament.

A) las CUP se posicionan de manera inequívoca en el eje social respecto, no recibiendo ni un 1% de CiU. Su voto es un voto inequívocamente anticapitalista y percibido como tal por el votante de derechas (catalanista o no).

B) Las CUP sólo reciben un 9,2% procedente de Esquerra lo que, más allá de evidenciar la extrema moderación de esta formación en lo social, también demuestra que no es como escisión independentista que CUP recibirá voto.

C) Significativamente de nuevo, las CUP reciben un aporte electoral procedente de ICV más importante que el de Esquerra (siempre más alejada en el eje izquierda/derecha). Más aún, si tenemos en cuenta la especificidad del aporte de SI (punto siguiente) se comprederá que ICV es el principal caladero de votos de las CUP en estas elecciones, lo que más que apuntar a la persistencia en un marco de referencia identitario (el machacón discurso de la #unitatpopular), debería conducir a las CUP a perfeccionar su discurso sobre la radicalización democrática y la presencia de los movimientos sociales en el Parlament.

D) A pesar de ser el mayor contingente de voto en esta encuesta, la aportación de SI debe ser considerada con particular atención, toda vez que quienes en las CUP optaban por presentarse en las pasadas elecciones, muy seguramente habían prestado a SI un voto que ahora encontrará una opción preferente. 

Por último, aunque en esta gráfica no aparecen opciones extraparlamentarias (fácilmente acomodables por medio de pactos como sería el caso de Revolta Global), las CUP deberían tomarse muy en serio las complejas opciones electorales que prefiguran los votos nulos y en blanco, la abstención y la candidatura del partido abstencionista, Escaños en Blanco. En cualquiera de estos casos se confirma una misma necesidad: las CUP no deben jugar sobre el terreno de la reafirmación identitaria (la identidad independentista todo el mundo se la supone; ya está ganada), sino sobre el eje de la alternativa de regeneración democrática y la política del movimiento como expresión de una salida constituyente a la crisis del régimen (espacio donde ICV, por ejemplo, ya ha demostrado, con su posición ante el bloqueo del Parlament y su querencia por el orden, una escasísima credibilidad). 

¿Cómo deberían situarse las CUP en esta campaña?

Tal y como hemos apuntado, dejando de lado el discurso de autoconsumo de la izquierda independentista y considerando seriamente la necesidad de ser competitivos con un discurso mucho más complejo, plural y democrático. Si las CUP quieren entrar en el Parlament deberán explotar todo su potencial municipalista como expresión de las maneras de hacer. Las insuficiencias ya manifiestas en el terreno procedimental (la manera en que se llevó a cabo la decisión de presentarse dejó mucho que desear) y de la producción del discurso (la opción por el marco interpretativo de #unitatpopular) puede y deben ser contrarrestadas con los óptimos perfiles de los cabeceras de lista y el boom que en las redes activistas se produjo con la recogida de avales (hasta 27.111 firmas en total).

La tarea que tienen por delante los candidatos no es fácil; sobre todo si tenemos en cuenta que, por lo general, los candidatos han de hacer la campaña bajo la triple presión de militancia, medios y electores: 

I) hacia afuera se encontrarán con la ley del silencio de la partitocrática y a su favor, al menos apriori, sólo juega la convocatoria de la Huelga General el #14N (otra evidencia más para no jugar en el terreno del discurso de autoconsumo identitario independentista; especialmente relevante si se considera que, a diferencia de Galiza y Euskal Herria, el sindicalismo independentista es un epifenómeno de dudosas garantías).

II) hacia adentro las CUP tienen que luchar contra sí mismas, contra la comodidad del universo de sentido en el que han forjado una identidad en extremo coherente con su propio marco de referencia, poco política y nada apta a las exigencias coyunturales de estas elecciones. Las CUP no sólo tienen que hacer frente a aquellas organizaciones ultracentralistas que heredan de olas pasadas del movimiento de liberación nacional (MdT, Endavant) o del ultrasectarismo de izquierda (En Lluita). Las CUP han de hacer frente, además, a una tendencia inherente al régimen político y su juego partidista; una tendencia centrípeta a la que son funcionales, justamente, aquellas organizaciones que peor pueden abordar la producción del discurso político requerido por el momento (presentarse a las elecciones ha sido, hasta esta convocatoria cosa precisamente de los sectores más autorreferenciales).

En definitiva, ante unas elecciones decisivas para su propio marco de referencia (unas elecciones donde el masterframe es independencia sí o sí), las CUP han de decantarse por ser de una vez por todas "las" CUP y no "la" CUP; el interfaz de los movimientos antagonistas y no la maquinaria electoral centralizadora de las escisiones independentistas; la expresión de un demos plural, de un "pueblo" que se contraponga al régimen como escisión constituyente en el horizonte de devenir una pluralidad irreductible y no la expresión de la reductio ad unum de una compleja trama de subjetividades afectadas por la deriva cleptocrática del régimen político. Si las CUP no se toman en serio estas cuestiones difícilmente se puede imaginar a día de hoy el vuelco parlamentario que les hemos reclamado 27.111 voluntades, incluidas las suyas propias.