Artículo escrito para Diagonal, nº 175, págs. 28-29
En el momento en que escribimos estas líneas, la zona autónoma temporal #12M15M dista mucho de haberse acabado: #cacerolada500, #occupymordor #blockupy y otros eventos siguen proyectando las movilizaciones en (y más allá de) las plazas. El 15M sigue sin funcionar como etiqueta con la que acotar, identificar, reificar, pero, sobre todo, sujetar la multitud de singularidades que componen hoy el precariado rebelde. Allí donde se ha querido ver el 15M como un momento para la impostación, la nostalgia o el olvido, nos ha vuelto a sorprender con toda la riqueza creativa del movimiento.
Y es que la ZAT #12m15m ha conseguido marcar un momento antagonista que vuelve a reconfigurar e impulsar estratégicamente las luchas del último año. En la perspectiva del tiempo transcurrido y en la práctica de estos días se ha concretado ya todo un repertorio de acción colectiva desobediente, disruptivo y eficaz. Tal vez los escenarios de conflicto que nos depara el ataque de la derecha sean los más duros y difíciles que hayamos conocido. Y cuanto peor, peor, qué duda cabe. Con todo, la buena noticia es que el horizonte abierto de la política no se cierra y decidir de consuno sigue siendo posible.