dissabte, de setembre 29, 2012

[ es ] #29S y seguido

 
#29S, nueva jornada de movilizaciones: el movimiento sigue creciendo, ampliando su expansión territorial desde el punto de escisión, desde el centro neurálgico del régimen, Madrid, hacia el resto del Estado y más allá, en las conexiones transnacionales con las comunidades migrantes en el extranjero y las movilizaciones del resto de países que han convocado en el día de hoy. Estamos ante el proceso emergente de un poder constituyente de dimensiones europeas que pivota sobre un eje sur que se extiende de Lisboa a Atenas.

El cleavage del mezzogiorno europeo es, en primer lugar, el de una denuncia destituyente de dimensiones cada vez mayores y que supera los márgenes previstos en los diseños institucionales de los cambios de régimen de los años setenta. No obstante, los protagonismos de cuanto está sucediendo son muy otros que los de otrora. Estos nuevos protagonismos no pivotan sobre los actores institucionales de la acción social concertada, no se estructuran sobre la integración negociada del trabajo en el mando, no operan en el horizonte de una renovación democrática liberal a la manera en que se produjeron los cambios de régimen de los setenta. Al contrario, el cuerpo social se escinde y se interroga desde las diversas, complejas y multitudinarias figuras del precariado.

Así las cosas, esto va para largo. Nos encontramos ascendiendo un nuevo ciclo de movilizaciones destituyentes que volverá a decaer, exactamente igual que lo hicieron antes el ciclo del 15M y cuantos otros integran el progreso del movimiento. La lectura de lo que está sucediendo, no obstante, debe ser llevada más allá, hacia un horizonte constituyente real y no ideológico, sostenido en las instituciones de un régimen alternativo, en una constitución material desde la que se pueda organizar la resistencia al mando y al empobrecimiento planificado que nos aguarda en las próximas décadas.

No son horas de intentar juegos de manos electorales como si estos fueran la única solución. Cualquier propuesta electoral, allí donde se formule ha de venir subordinada a conferir un marco institucional otro a esta movilización, a este poder constituyente que hoy encarna la multitud en las calles. Pretender traducir la presencia en las calles en votos es tan absurdo como pretender sustituir el cuerpo social por un grupo de diputados (sean todo lo de izquierdas que se quieran). Es la hora de dar forma institucional a lo que es una exigencia social, no es hora del oportunismo electoral. Todo esfuerzo electoralista es un esfuerzo para la frustración de expectativas de vida, para abrir las puertas a la reacción del contramovimiento que aguarda a la vuelta de la esquina, esperando que pase la euforia esporádica de la experiencia de la multitud.

Hoy ha sido un gran día de movilizaciones, pero sólo un día más. Estas habrán de continuar y se habrán de encarnar en realidades cotidiantas, en habitus, en la formación de un nuevo régimen. No es un trabajo de un día ni de meses, no es un trabajo de élites ni de profesionales, no es un trabajo a realizar en agotadoras asambleas. Es, por el contrario, una labor cotidiana a realizar en el común, en el contacto diario con quienes trabajamos, con quienes nos rodean; un cuidarnos ante los abusos impuestos y que impondrán, una labor desobediente por avanzar subjetivando, incorporando la actividad de la vida a un marco de autonomía social, a un régimen político del común. Es perfectamente posible y no hace falta desesperarse si no sabemos por donde empezar. Basta con que nos cuestionemos si estamos sabiendo leer el momento, si nuestras herramientas cognitivas siguen operativas en el mundo de hoy. Si lo son, seguir lo que nos dicta el entendimiento en la interacción con lxs demás, desde el común en que somos. Y si no lo son, cambiarlas para que se hagan comprensibles.