dissabte, de setembre 06, 2008

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Ayer, mientras esperaba a una amiga, pude echar un ojo a un artículo aparecido en El País del malogrado Fernández Savater. Para variar el ex filósofo aparecía defendiendo lo indefendible, aunque, ciertamente, con mucha más gracia que en una entrevista que le pude ver en Telemadrid y durante la cual afirmaba cosas del estilo: "prefiero ir con la cabra de la legión que con los cabrones de ETA". Al reflexionar sobre su discurso lamenté el profundo desplazamiento que durante las legislaturas aznarianas se acabó operando en ciertos sectores del establishment intelectual español. Percibí en mí la amargura de ver como se ha pasado de los conatos por enunciar alguna modalidad de "patriotismo constitucional" (Verfassungspatriotismus) al neonacionalismo español; de las tentativas de construir una modesta España plural, a la descarada "etnificación de la política" (Claus Offe).

A la vista de lo leído no deja uno de añorar los tiempos en que este establishment se aplicaba a deconstruir las matrices del discurso etnonacionalista, optando por tonalidades académicas, rigor científico y una inteligencia indudable en los argumentos. Quien constate este empobrecimiento savateriano de los argumentos y el reforzamiento inapelable de la anti-política (la prensa de papel es lo que tiene) sabrá lo difícil que resulta pasar por alto el impacto y daño subsiguiente que las técnicas comunicativas neocon de Jiménez Losantos ha tenido sobre la ya de por sí empobrecida esfera pública (Öffentlichkeit) española. Mal vamos, pensé al leer tan triste defensa (explícita) del hegemonismo lingüístico que persigue (implícita) el fin de la diversidad cultural dentro del Estado español. De Guatemala a Guatepeor: al final acaba uno echando de menos, por razonadas y moderadas, las sosas y soporíferas prédicas de otrora, tan habermasianas ellas.

Por otra de esas casualidades me encontré a través de la red, en el facebook de una amiga en Dublín, la imagen que abre este post (atención a la inequívoca distinción España/República, a la tensión España/pueblo). El "no pasarán" es bien conocido; las consecuencias del pasaron, no tanto, o negadas en cualquier caso. Aunque, todo sea dicho, Ángel Viñas denunciaba con razón, también en El País, la particular desmemorización española, reivindicando el derecho al recuerdo, la verdad y el duelo. Al ver esta portada del Diluvio (¡formidable nombre y no los de ahora!) me detuve a cavilar por un momento sobre el resto del texto y acabé pensando en el debate con Pablo, en el artículo de Savater y en el fracaso del patriotismo constitucional a manos de las prédicas de táctica neocon. Me acordé de los españoles a los que como mi buen amigo Pablo, les duele España y les "putea".

Las cuestiones de fondo, empero, permanecen: ¿cómo operar un cambio en el discurso que nos libere de la ofensiva neonacionalista española? ¿cómo no volver sobre las cesuras históricas para comprender la genealogía del presente? ¿cómo no indagar sobre el futuro anterior? La República no era España; España exigía cuando el pueblo imponía. ¿Y hoy?