dijous, de maig 08, 2014

[ es ] Tres escenarios y una alternativa para el #25M

Publicado en Diagonal, nº 221, pág. 29 - 24.04.2014


Se acercan las europeas. Su resultado nos brindará la oportunidad de medir el impacto político de la crisis, al tiempo que la posibilidad de incidir sobre las condiciones que facilitan el avance del movimiento. Esquemáticamente se dibujan hoy tres escenarios, aunque solo una alternativa estratégica parece cobrar cuerpo.

Escenario 1 o “desgaste del régimen en el status quo: unas elecciones en las que la expulsión a la abstención de todo disenso se resuelve en una caída de PP y PSOE, reforzada a su vez por el auge de UPyD e IU; sin por ello alterar de manera significativa el paisaje partidista. En este horizonte, las opciones nacidas desde el #15M vendrían a reforzar —ley electoral mediante— los resultados esperados por el establishment, validándose así las políticas de la Troika. Para el movimiento cabe suponer que este escenario reforzaría a un tiempo el sentimiento de impotencia y conservadurismo en los repertorios.

En el escenario 2 —no imposible, pero muy improbable— nos sorprendería con algún sorpasso (IU por encima del PSOE, UPyD por encima de IU...). De ser así, se dispararían las señales de alarma y escucharíamos entonar un plañidero mea culpa al perdedor a la par que un eufórico “¡victoria!” del ganador. Según quienes fuesen uno y otro, se observarían cambios sintomáticos en las orientaciones seguidas por la Troika (no sería igual, ciertamente, que IU superase al PSOE que, pongamos por caso, UPyD tuviese un éxito imprevisto). Para el movimiento este río revuelto sería un escenario favorable a la intensificación de la acción colectiva, pero dependiendo del resultado podría reforzar las tendencias recientes (un éxito, pongamos por caso, de UPyD) u obligar a replantear estrategias (por ejemplo, un éxito de IU).

El escenario 3 podría ser el de un cambio en apariencia superficial, pero sintomático del mar de fondo a más largo plazo. La hipótesis en este caso vendría de la mano del desbordamiento de IU entre las izquierdas más a la izquierda —no necesariamente perdería su primer puesto. Si a mayores se diese la entrada en la eurocámara de algún diputado de Podemos, Partido X u otras listas nacidas del #15M, no cabe duda que la grieta en el régimen se agrandaría en exceso para su gusto; especialmente si ello se diese en un contexto de caída de la abstención. Desde el punto de vista del movimiento, este escenario comportaría un aumento de tensión general a la par que un toque de atención importante, toda vez que cuestionaría la confianza excesiva del discurso populista en el “asalto” al poder estatal como clave articuladora del cambio.

Al fin y al cabo, por más ardua que se nos antoje la labor, parece claro que el interés electoral de los últimos tiempos no ha desvelado atajos en el cambio de los equilibrios de fuerzas antagonistas (no al menos a juzgar por todas las encuestas). Queda por ver incluso que los cambios más superficiales puedan efectuarse a medio plazo, aunque la posibilidad exista. La importancia indudable de los resultados a la hora de configurar las condiciones de posibilidad del avance del movimiento no debería hacernos perder de vista, en todo caso, el calado de la derrota de la que se parte.

Lo que está en juego el #25M no es poco. Una parte ya está ganada (la caída del bipartidismo es casi segura), la otra está por ver. A partir del #26M la cuestión será superar las limitaciones del #25M. En esto, desmitificar la conquista del poder será primordial, empezar a pensar opciones para ejercerlo a nivel local, prioritario. Que las siguientes elecciones sean municipales, ayudará.