dijous, d’abril 03, 2014

[ es ] Una nota sobre las primarias de Podemos


En línea con lo que apuntaba en alguna parte César Rendueles, se me ocurren muchas razones para criticar Podemos. La mayoría de ellas se relacionan con su todavía escasa calidad democrática, con los abusos discursivos del populismo, con los excesos autoreferenciales y narcisistas de la política de notables, etc. Todas estas críticas, estoy seguro, son innúmeras, legítimas y justificables. Lo hecho hasta aquí, a ciencia cierta, muy mejorable y bien alejado de lo que quien esto escribe podría imaginar como un proceso ideal.

El "problema" es que, con todas sus miserias -que, insisto, no son pocas-, Podemos funciona. Ha sido capaz de articular un proceso inédito, multitudinario, desbordante de cuerpo social. Y me refiero, concretamente, a datos como estos: 




El aspecto cuantitativo no solo es importante, sino que en cuestiones democráticas, además, marca la diferencia. Y es que la democracia no se caracteriza tanto por ser la mejor forma de gobierno (por desplegar una compleja y deseable procedimentalidad apta solo a los intelectos más desarrollados) como por ser la menos mala de las formas de gobierno; no es tanto "el gobierno de los mejores" o aristocracia, cuanto "el gobierno de todos"; no es tanto el gobierno de un "pueblo" representable por sus políticos, cuanto el gobierno de los demoi (los "círculos") o pluralidad de singularidades irreductibles constituyentes de la multitud.

En efecto, sin demoi no hay democracia; sin cuerpo toda procedimentalidad se queda en mera idea, en un mecanismo vacío. Ciertamente, se puede objetar que se podrían encontrar opciones intermedias, capaces articular más calidad en la participación con una elevada participación. Y no faltarían buenos argumentos a quienes adujesen que quizá podría resultar mejor una participación menos elevada y de mejor calidad en el horizonte estratégico de socialización política que, a medio plazo, pudiese ofrecer más participación de más calidad.

Con todo, teniendo en cuenta que las elecciones europeas tienen lugar en un distrito de ámbito estatal (de poco vale mucha democracia en un solo demos si el resto de demoi carecen de ella) y las diferencias entre Podemos y los resultados de otras primarias, quienes en su día apostamos por apoyar un proceso que nos suscitaba enormes y terribles dudas, podemos (porque poder se puede) felicitar/nos por los niveles de participación en estas primarias. Confiemos en que la buena noticia nos sitúe, pues, en el camino de conseguir la "sorpresa" electoral (sorpresa,  pues solo con los resultados en la mano podrán los medios "sorprenderse" como lo suelen hacer cuando la política de movimiento irrumpe en sus dominios). 

Producir un gran proceso de movilización está muy bien y es absolutamente necesario, pero movilizar no sirve políticamente de gran cosa si no hace efectivo el gesto táctico que se ha buscado. Y es que el objectivo a conseguir sigue siendo, hoy como cuando firmamos el manifiesto que inaguraba este proceso, no es otro que cambiar el guión de la crónica de esa muerte electoral anunciada con la que el régimen aspira a silenciar toda disidencia social. No es preciso ganar las elecciones, tan solo conseguir un golpe de efecto. Al igual que, por ejemplo, las CUP consiguieron tensionar el Parlament y, por ello mismo, hoy no sería concebible el consenso partitocrático unánime y criminalizador del bloqueo del 15J.

Hoy más que nunca es preciso que la línea de escisión entre en las instituciones del gobierno representativo para marcar el desequilibrio que imposta el régimen. La voz destituyente de Podemos se ha de escuchar en Estrasburgo, sea quien sea que gane sus primarias. Solo una democracia con más cuerpo, con menos filtros aristocratizantes, podrá vencer el proyecto de las elites neoliberales. Tras las primarias de Podemos estamos un paso más cerca de ser esa multitud inesperada que se presente en la cámara de representantes europea. Seamos la sorpresa que no queremos ser, por no ser aquello que pensamos una sorpresa para nosotrxs mismxs. Que la sorpresa se la lleven ellos.