divendres, de juny 05, 2009

[ es ] Dilemas pre-electorales: disyuntivas "radicales" con la vista puesta en un horizonte bien lejano

versión 3.0 (gracias a Marc Sanjaume por las observaciones :)

radical (Del lat. radix, -īcis, raíz).

1. adj. Perteneciente o relativo a la raíz.
2. adj. Fundamental, de raíz.
3. adj. Partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático. U. t. c. s.
4. adj. Extremoso, tajante, intransigente.
5. adj. Bot. Dicho de cualquier parte de una planta: Que nace inmediatamente de la raíz. Hoja, tallo radical.
6. adj. Gram. Perteneciente o relativo a las raíces (‖ de las palabras).
7. adj. Gram. Se dice de cada uno de los fonemas que constituyen el radical de una palabra.
8. adj. Mat. Se dice del signo (√) con que se indica la operación de extraer raíces. U. t. c. s. m.
9. m. Gram. Conjunto de fonemas que comparten vocablos de una misma familia; p. ej., am-, en amado, amable, amigo, etc.
10. m. Quím. Agrupamiento de átomos que interviene como una unidad en un compuesto químico y pasa inalterado de unas combinaciones a otras.


Entramos en la recta final y la presión para definir el voto aumenta sobre quienes no tenemos preferencias predeterminadas. Para quienes desde la política del movimiento consideramos que resulta necesario disponer de alguna modalidad de interfaz representativo, las elecciones del próximo domingo se nos presentan como una elección bastante complicada.

En primer lugar, porque no hay visos en lo inmediato de poder asentar las bases para la construcción del mencionado interfaz. Desafortunadamente, las matrices teóricas desde las que están operando las redes activistas que se aplican a la presentación de candidaturas electorales carecen de los fundamentos necesarios (normativos, institucionales, prácticos, etc.) que harían posible un interfaz representativo del movimento (incluso las CUP, a estos efectos probablemente lo más avanzado que conocemos, siguen debatiéndose en términos de una reductio ad unum moderna). De igual modo, solo que en sentido contrario, quienes prescinden del interfaz representativo siguen actuando políticamente en el marco de una extrema debilidad ideológica frente al neoliberalismo: la de quien sólo produce ideas en el terreno normativo.

En segundo lugar, porque el riesgo de que se malgaste la potencia política acumulada por el gesto electoral de votar en estas elecciones es enorme. En esto se ha de reconocer la difícil resolución de la tensión existente entre las alternativas electorales y la proyección postrera del voto como gesto político, esto es, la complicada perspectiva de esperar que tras los resultados electorales, las maquinarias políticas que los han producido, alcancen a producir el discurso capaz de agenciar de manera efectiva el empoderamiento subsiguiente. Ventajas, empero, de la democracia (en rigor, de la democratización): no hay porque volver a votar y de la lección futura se podrían extraer conclusiones interesantes para avanzar en la producción del interfaz representativo (algo así como una versión 1.1).

En lo que sigue me gustaría apuntar algunos argumentos (aunque sólo sea para aclararse uno mismo) que intuyo implícitos en la serie de disyuntivas "radicales" (por ir a la raíz) que se nos plantean.

1. To vote or not to vote: that is not (now) the question

La primera y más elemental disyuntiva es la de votar o no votar. Su resolución me parece relativamente sencilla, especialmente tras la sentencia del Tribunal Constitucional; ya que si bien en elecciones anteriores siempre se nos planteaba el dilema de legitimar unos comicios regidos por las políticas de la excepción, en la convocatoria del domingo nos encontramos en un escenario (por más que contingente) de posibilidad efectiva de dar voz a lxs ilegalizadxs y reabrir por lo tanto una vía política y no penal a la resolución del conflicto vasco (que es también, guste o no a ciertas corrientes autoconsideradas "postnacionalistas", parte del conflicto de la multitud con la modalidad de poder soberano propia del Estado nacional). Y si bien, como es evidente, no existe un nexo directo entre la instauración de la excepción como paradigma gubernamental entre EE.UU. y el Estado español, indirecto, por ser efecto del progreso global de la modalidad imperial de soberanía, no cabe duda que lo hay.

En este sentido, no deja de ser buena noticia para quienes nos hemos opuesto a la Patriot Act tanto como a la Ley de Partidos, saber que se están produciendo los decisiones importantes (cierre de Guantánamo, sentencia del Constitucional) que podrían hacer invertir la tendencia desdemocratizadora global de los últimos años ("desdemocratizadora" en el sentido ofrecido por Charles Tilly en su Democracy, esto es, entendiendo la democracia como proceso inacabado o democratización). Aunque sólo sea por el espacio deliberativo que se puede abrir entre los partidarios de la democratización y la presión que se pueda ejercer sobre actores políticos que en los últimos años se han plegado a la estrategia neocon (la socialdemocracia europea, los demócratas americanos, etc.), ésta ya es en sí misma una buena noticia que fortalece per se las posiciones democratizadoras.

Concluyendo, en esta ocasión al menos, votar es una opción posible como fortalecimiento de la democratización. Para oponerse a este argumento no se me ocurren otros argumentos que los que se podrían esgrimir desde las posiciones más pobres del anarquismo decimonónico.

2. Más allá de la democracia parlamentaria

La segunda disyuntiva, derivada del hecho de que votar en esta ocasión sea una opción inequívocamente democratizadora, se nos presenta en el análisis de las alternativas electorales que de algún modo pueden canalizar, expresar o cuando menos plantear el progreso democratizador (nótese la importancia, a la manera del argumento de Tilly, que la clave no está en considerar la democracia como un estado de cosas, sino en pensarla como un proceso inacabado; constituyente, que diría Negri). Nos encontramos así con el problema de elegir entre opciones con representación más o menos segura (la coalición de nacionalistas de izquierda, por una parte, y de IU-ICV, por otra) y opciones más arriesgadas (Iniciativa Internacionalista, Izquierda Anticapitalista, etc.).

Las izquierdas más moderadas a la izquierda del PSOE podrían esgrimir la utilidad de sus votos respectivos y éstos definirse en función de los criterios que fundan sus escisiones: sea, por una parte, una mayor defensa de la diversidad de las minorías culturales del Estado (la coalición de ERC, Aralar, BNG, etc.); sea, por otra, una defensa más firme de los aspectos sociales (IU-ICV). No obstante, el problema de optar por estas alternativas es que equivaldría a hacerse cómplices de una deriva desdemocratizadora nada desdeñable (por no hablar del apoltronamiento generalizado de la mayoría de sus cuadros políticos y otros síntomas graves del déficit democrático).

Así, por ejemplo, votar ERC o ICV en Catalunya supone hacerse partícipe del SI unánime que han dado al Plan Bolonia junto a la derecha más rancia y neoliberal, sin que haya habido el menor gesto significativo de cara a operar cambios sustanciales en las negociaciones entre movimiento y autoridades. Ciertamente, Romeva (ICV) se ha dirigido a la galería con la frase elocuente de solicitar una moratoria en la aplicación del Plan Bolonia (lógicamente, ICV sabe por donde va a perder los votos). De manera no menos oportunista, JunqUEras (se habrá pasado Esquerra al patriotismo constitucional habermasiano?) nos ha salido con el cuento de que los estudiantes catalanes han de recibir más becas, habida cuenta de que las universidades catalanas pierden en el conjunto del reparto estatal de las mismas (¡cómo si los problemas derivados del Plan Bolonia tan sólo fuera un problema de becas!). Pero ni en un caso ni en otro se modifican las conductas desdemocratizadoras que dan por buena la actuación política "parlamentarista" (que no parlamentaria) de los últimos meses.

Excursus

Permítasenos un excurso sobre la cuestión universitaria, toda vez que ejemplifica el problema de la democratización. La reacción del tripartit catalán es el acto reflejo (admitamos que tiene más de reaccionario que de gobernanza) propio de una estrategia desmovilizadora consistente, por una parte, en hacer dimitir al jefe de los Mossos por las brutales agresiones a universitarios, periodistas y ciudadanía (indistintamente, como bien recordamos quienes estuvimos en la calle el 18-M), mientras que, por otra, se vota la unanimidad a Bolonia (precio político que el conseller Saura debió considerar oportuno a fin de conseguir el cese de Rafael Olmos). De hecho, los dirigentes de ERC como los de ICV confían (más o menos secretamente) en desactivar el movimiento cerrándole la estructura de oportunidad política abierta este curso (aquí, todo hay que decirlo, las redes activistas universitarias catalanas han vuelto a meter la pata, al lanzarse a una convocatoria insensata el 28-A, como si la movilización en las calles fuese la única forma de acción colectiva posible).

Para quien todavía no lo vea claro, quizás haya que recordarle que tras un ciclo de movilizaciones tan potente como el que ha tenido lugar este curso, los partidos que ahora hacen estos gestos electoralistas no se plantean modificar una coma del objetivo final, como tampoco se han planteado otro concepto de democracia que no sea la decimonónica y obsoleta afirmación de la centralidad del parlamentarismo y el gobierno representativo como única vía realmente política. Las alternativas de ERC e ICV siguen ancladas en una concepción de lo político que sólo entiende la actividad política de la sociedad civil como aquiescencia para con las políticas gubernamentales (nótese que hablamos de aquiescencia y no de participación, pues la diferencia es bien notoria: una cosa es la aquiescencia o "participar" en legitimar lo que viene dado y otra participar realmente como ciudadanía activa en las políticas que le afectan a uno). Para prueba empírica, cabría recordar aquí la rotunda negativa a admitir la validez de los referendos del movimiento en las universidades, incluso cuando disponen de más legitimidad representativa que algunos rectorados.

En definitiva, las candidaturas de JunqUEras y Romeva son votos orientados a reforzar la subalternidad de las políticas neoliberales, inoperantes repliegues a las gramáticas políticas de la modernidad, el gobierno representativo y el parlamentarismo decimonónico; candidaturas ajenas por completo a las exigencias políticas de quienes están pagando la crisis en carne propia. Votar estas alternativas se presenta a lxs activistas como votar aquiescencia, como conferir legitimidad a la ausencia de diálogo y al paternalismo institucional con que han sido tratadas nuestras movilizaciones de la ciudadanía universitaria; como renunciar, en fin, a la exigencia de una democratización posible, efectiva y real de nuestras sociedades.

3. El gesto democratizador.

La tercera disyuntiva que se sigue se podría formular así: elegir entre las opciones que nos puedan brindar la posibilidad de un gesto democratizador. Profundicemos, aunque sólo sea rápidamente, en el concepto de gesto. El gesto siempre es singular, irrepetible, dependiente en última instancia de la ineludible combinación de fortuna y virtud que constituye lo político. El gesto se inscribe en la política de la potencia no en la política del acto; vale decir, en la política de la emancipación, del movimiento, de las luchas sociales y no en la política del control, de la gestión del orden y de la dominación. Ciertamente, la potencia que pueda acumularse con el gesto puede ser posteriormente desbaratada y éste no es, como veremos, un problema menor en la actual coyuntura política. Pero lo importante, en todo caso, es que el gesto es posible y únicamente de nuestro virtuosismo y fortuna depende que nuestra elección sea acertada.

En este orden de cosas, dos candidaturas se han perfilado con mayor claridad como instrumentos del gesto democratizador en el presente estado de cosas (no se pierda de vista en lo que sigue el carácter contingente del gesto, su inaprehensibilidad en marcos organizativos ajenos a la polítia de la potencia): Izquierda Anticapitalista e Iniciativa Internacionalista. Para decirlo de manera sintética, ambas candidaturas se formulan en paradigmas políticos con importantes déficits en materia de democratización (ambas son variantes de una misma matriz leninista), por lo que conferirles un voto nunca podría, en términos democratizadores, instituir un vínculo político estable (expresado en la jerga obrerista de la "construcción": no permite "construir" al medio plazo).

Vayamos por partes. Resulta difícil cuestionarse que Izquierda Anticapitalista no constituya un proyecto mucho más acabado que Iniciativa Internacionalista. A pesar de las importantes (cuando no fundamentales) diferencias programáticas y estratégicas que todavía separan a Izquierda Anticapitalista de los mínimos exigibles a un interfaz representativo del movimiento, la organización de hegemonía neotrotskista se encuentra mucho más próxima que la postestalinista Iniciativa Internacionalista de la posibilidad de constituirse como un proyecto alternativo. Las mayores dificultades para identificar a Izquierda Anticapitalista como mejor opción del gesto democratizador en estas elecciones no se encuentra, empero, en su mejor posición relativa respecto a Iniciativa Internacionalista (ambas, en tanto que leninistas, son remanentes puramente históricos, identitarios y autorreferenciales).

Al contrario, las dificultades insuperables para Izquierda Anticapitalista radican en que, al plantear un voto de "construcción" de un proyecto "alternativo" (en rigor, de alternativo más bien poco y a nuestra crítica de sus ejes programáticos nos remitimos - parafraseando a Marx, Groucho: IU y dos huevos duros), confrontan al activista/elector con la disyuntiva de apoyar la reactivación de la matriz leninista (con los consabidos déficits autocráticos y el estrepitoso fracaso de los años setenta) o la impotencia de un gesto vacío.

¿Vacío? Este es el problema del gesto: su inscripción en una pragmática antagonista o, si se prefiere, la imposibilidad de sustraerse al contexto político que prefigura la escisión con el soberano. Y en esto, Izquierda Anticapitalista se demuestra en toda la rotundidad de su composición social como organización de hijos precarizados de las clases medias liderados por cuadros que han configurado su alternativa en un conflicto edípico-identitario no resuelto con la historia de la LCR (debidamente estimulados por los resentimientos supervivientes de sus mayores). En la opción electoral de Izquierda Anticapitalista la/el activista únicamente se encuentra un estiramiento crítico del continuum izquierda-derecha que organiza, desde el centro, el soberano español. Nos referimos, claro está, a la opción ilustrada, racionalista, jacobina, francófila y besancenotista que en última instancia porta en su seno el gen de la misma subalternidad que ahora, en el instrumentalismo oportunista de la coyuntura, critican con adolescente vehemencia. Poco o nada que hacer, pues, por esta vía. Antes que después, el principio de realidad acabará imponiéndose entre quienes confíen o depositen su voto, demostrándose cuan lejos está todavía Izquierda Anticapitalista de ser una alternativa.

4. ¿Puede ser Iniciativa Internacionalista la papeleta del gesto democratizador?

Llegamos así a la cuarta disyuntiva; la que nos sitúa ante la opción efectiva de votar a Iniciativa Internacionalista. Resulta evidente (incluso el Tribunal Constitucional lo ha comprendido) que Iniciativa Internacionalista (a diferencia, por cierto, de Izquierda Anticapitalista), es una candidatura coyuntural que va mucho más allá del mundo abertzale (aunque pueda llegar a comprender electoralmente buena parte de éste, igual que lo hace Aralar), cuyo proyecto político no supera el horizonte de estas elecciones y, en cualquier caso, como política de partido (esto es, en el horizonte espacio-temporal del programa), no tiene otro futuro que plantear la escisión del poder soberano que sigue pendiente de resolución en el Estado español. Iniciativa Internacionalista se formula, de hecho, en el mismo paradigma revolucionario decimonónico que el proyecto neotrotskista, a saber: la idea de que una revolución es la resolución de un dilema de múltiple soberanía a favor de la constitucionalización de un nuevo poder soberano (así Trotski en La revolución rusa). Y si bien los hijos precarizados de las clases medias se dedican al jugar al espectáculo de la revolución (así Debord), Iniciativa Internacionalista se presenta en el dramático horizonte de la agonizante lucha armada de ETA y el resistencialismo ineludible de las familias de los presos. Allí donde los primeros hacen como que, los segundos lo siguen intentando, a pesar de que nunca llegue a funcionar.

En este sentido, contrariamente a lo que piensan quienes dan por cerrada la historia de la Transición (continuum del soberano español en cuyo extremo más radical encontraríamos a UPyD, Libertas y otras candidaturas similares), el gesto de votar Iniciativa Internacionalista puede plantear un doble desplazamiento que ayude a desbloquear la foto fija del poder constituido en la que una y otra vez se (re)produce el imaginario político del autoritarismo español: (1) hacia fuera del estado de cosas (en la escisión), aprovechando el abandono del paradigma decimonónico en que agoniza ETA, víctima de su propia incapacidad para superar el horizonte de la guerrilla fordista (algo que la última generación de la RAF, Terra Lliure y el IRA, pero, sobre todo, la Weather Underground, consiguieron con éxito); (2) hacia adelante (en la inmanencia) porque no se trata de un proyecto político con solución de continuidad, sino del gesto que restituye a la praxis política el horizonte de la democracia absoluta (así el Spinoza de los postoperaistas).

Ciertamente, se podrá objetar la escasa fiabilidad de algunos de los componentes de la lista cuando ETA nos desvele (siempre postelectoralmente, como no podía ser de otra manera en una agencia de la política del acto) su "nueva" estrategia para el verano. Pero este es un riesgo limitado por el reforzamiento que un buen resultado electoral de Iniciativa Internacionalista supondría para los abertzales defensores de una resolución política y no militar, del conflicto vasco. Al menos y a falta de mayores y mejores reflexiones, así nos lo parece, de momento.

dimarts, de juny 02, 2009

[ cat/es/en ] El Pla Bolonya explicat als que ens governen

(que sembla que no se n'assabenten)



Article publicat al Nº 4 de la revista Freshpolitik

S'acosten les eleccions europees i una vegada més, els partits polítics se'n recordaran del nostre dret de vot per a repartir-se la minvant representació assignada a Estrasburg al Regne d'Espanya. El Pla Bolonya, no obstant això, demostra que va sent hora de redimensionar la importància de la política europea.

+ Pdf en català (properament)
+ Pdf en español
+ Pdf in english (forthcoming)

divendres, de maig 29, 2009

[ es ] ¿Alguien ha dicho cambio de modelo productivo?

Publicado por Diagonal, nº 103, p. 34



“¿Has visto ese nuevo reality show? 350 personas se reúnen en una habitación y hacen como si la crisis fuera algo que pueden arreglar ellos”. Así decía la viñeta humorística de Manel Fontdevila al Debate sobre el estado de la Nación (la nación del Estado, se entiende). Y es que el parlamentarismo actual sigue viviendo la moderna ficción de su centralidad en los asuntos públicos mientras en el desierto de lo real la gente sigue haciendo otras cosas. Pero tampoco nos engañemos sobre la mentira vital en que viven instaladas, tan cómodamente, sus señorías. A las Cortes también llega, bien que mitigado por los dobles ventanales antiterroristas, un clamor de la calle cada vez más fuerte. Y es que, sí, al Reino de España le urge un cambio de modelo productivo o pronto los parados serán cinco millones y sin cobertura.

El problema, sin embargo, es que la maquinaria del gobierno representativo tiene serios problemas con la producción del espectáculo. Esta es la parte de realidad que tiene todo chiste, empezando por el del dibujante catalán. Tras décadas de neoliberalismo, la capacidad de intervención estatal sobre los asuntos públicos se ha visto drásticamente reducida. En consecuencia, ante una crisis como la actual, el margen gubernamental tiende a reducirse a su mínima expresión. Frente a esta situación desde el modo de mando que nos gobierna no hay otra alternativa que proseguir socavando derechos fundamentales (así, la sentencia del Supremo sobre Iniciativa Internacionalista y la incriminación surrealista de Unidá Nacionalista Asturiana*) y abrir la espita de la expulsión de migrantes a fin de mantener el control social.

Y en estas el presidente del gobierno español pretende convencernos que, tras el potlach bancario-estatal, vamos a poder cambiar de modelo productivo subvencionando la compra de coches y pisos. En un ejercicio sorprendente de autismo político, ajeno por completo a consensos institucionales con los gobiernos autónomos y víctima de un oportunista pánico preelectoral, Zapatero lanza sus propuestas a la espera de que el Estado de las Autonomías se comporte como Patxi López y sus seguidores socialistas y populares vascos, prietas las filas al grito mediático del España una y no cincuenta y una. Tomándose por el Messi de la construcción de mayorías, ZP ha intentado pactar con CiU una reforma laboral a la chita callando, que luego se ha visto forzado a retirar por la presión del aplicado diputado Joan Herrera (esta vez sí, Iniciativa per Catalunya, como Esquerra, pueden jugar a las izquierdas para resarcirse del mal trago que han tenido que pasar al votar por unanimidad con CiU, PP y C’s un impresentable Sí al Plan Bolonia).

Entre tanto las derechas siguen sin abrir la boca, no vaya a ser que nos enteremos de su plan real para dar una vuelta de rosca más a quienes estamos pagando la crisis por activa y por pasiva. Confían para ello en que el popolo di destra se alzará tras el liderazgo rouquiano de la reserva espiritual de Occidente en unas elecciones europeas que prometen abstencionismo record y el regreso de un Mayor Oreja que, cual Fredie Kruger en una secuela de Pesadilla en Elm Street, se nos presentará nocturno y alevoso en el sueño elitista progre de un dominical de El País regurgitando fetos de frívolas menores entregadas a prácticas orgíasticas, recortando horas de castellano en Catalunya y vaya Usted a saber cuántas plagas más. Pero tranquilxs, que al final despertaremos e Izquierda Anticapitalista sumará sus eurodiputados a las huestes del mesías Besancenot en lo que será el principio del advenimiento final de la Revolución Permanente.

* Nota: el artículo fue escrito antes de que la sentencia del Supremo fuese echada abajo por el Constitucional. Con todo, como bien apuntan Jaume Asens y Gerardo Pisarello en el mismo número de Diagonal, el problema sigue estando ahí y se llama ley de partidos.

dijous, de maig 21, 2009

[ cat ] Entrevista para Nous Horitzons



1. Explícanos cual es la tematica que aborda tu trabajo “Principios de la ciudad. Tres paradigmas normativos ante la política contenciosa. Un ensayo sobre las prácticas instituyentes y la (re)organización de la esfera pública”

Mi trabajo aborda básicamente la cuestión del cómo tratar la política contenciosa desde un enfoque que haga congruentes los términos normativos en que se define un diseño institucional y la práctica de su gobierno. Dicho en un lenguaje menos académico: se trata de enfrentarse al conflicto político y su capacidad para producir nuevas instituciones y reestructurar las antiguas desde la coherencia de los principios sobre los que se funda la ciudad (vale decir, la política). Esto que en todo caso suena tan abstracto tiene, sin embargo, una traducción muy concreta en el terreno de la política. Vayamos por partes.

Primero hemos de tener claro que es la política contenciosa. Por tal se entiende toda una serie de fenómenos políticos marcados por la ausencia de un marco de referencia institucionalizado, esto es, una política que no obedece a prácticas conocidas de antemano, regularizadas y sobre las que se ha construido un consenso de legitimidad o, para ser más sintéticos, prácticas no institucionalizadas. Empíricamente esto abarca desde una pequeña lucha local (la oposición vecinal a una infraestructura, por ejemplo) hasta las grandes revoluciones (la Revolución de 1917).

Hasta ahora, las ciencias sociales en general, y la ciencia política más en particular (especialmente los enfoques positivistas y neoinstitucionalistas de esta disciplina), han demostrado un preocupante desinterés por la política que se sale de los cauces institucionales, condenándola por anómala, esto es, por falta de “nomos” o capacidad normativa. En general, los enfoques tradicionales de las ciencias sociales han tendido a considerar la política contenciosa de manera excesivamente funcionalista, como un “problema transitorio” entre dos equilibrios perfectos.

La evolución del mundo, sin embargo, y especialmente desde que la globalización ha venido a imponer sus reglas, no permite seguir abordando la política contenciosa desde su simple negación, confiando en que la política institucionalizada en el Estado nacional sea de por si suficiente para dar respuesta a modalidades políticas emergentes como las expresadas por los movimientos sociales. Buena parte de la literatura sobre la gobernanza es un intento (a menudo fallido) por seguir operando, a base de excepcionalidad, dentro de un paradigma en realidad ya obsoleto. Seguir confiriendo hoy la centralidad institucional al monopolio del Estado nacional es, como poco, un error grave de comprensión de la realidad global y local (glocal).

Antes bien, si queremos comprender la política en un mundo globalizado más nos vale que reorientemos buena parte de nuestros esfuerzos a comprender las formas políticas que están cuestionando, conflictuando y subvirtiendo los marcos institucionales en los que hasta ahora habíamos venido operando. Cuando se abre un horizonte constituyente como el que hoy se despliega ante nosotros más allá de las formas de poder constituido (id est, el Estado nacional), es preciso volver al principio para desde ahí poder comprender las nuevas prácticas instituyentes y efectuar de manera virtuosa la potencia de los acontecimientos a que hemos de hacer frente (por ejemplo, la crisis actual). Y el principio, en política, es la instauración del derecho de y a la ciudad; la ciudadanía ya no en el sentido de la subordinación a un soberano reificado en el Estado nacional, sino como acto creativo, constituyente, de los asuntos públicos o, si se prefiere, de la “res pública”.

Esto nos lleva al segundo aspecto que quería tratar: ¿cómo encajar normativamente estas prácticas instituyentes en un mejor diseño institucional? Volver al principio es volver a los principios. Tal y como explico al inicio de mi trabajo, esta dualidad semántica entre principio como marco normativo y principio como práctica instituyente que da comienzo o constituye no es casual, sino profundamente política (y, si se me permite, deconstructiva incluso a los ojos del soberano). Instituir es dar comienzo (“principio”) a una institución y, por consiguiente, es poner en marcha una forma regulada del quehacer político; algo que difícilmente se puede hacer sin un marco normativo de referencia (sin “principios”).

Así las cosas, una vez definida toda esta problemática, el trabajo pasa a tratar cómo es abordada la política contenciosa por los tres principales enfoques normativos de que disponemos hoy en día, a saber: el liberalismo, el (neo)republicanismo y la autonomía. Al tratarse de tres matrices normativas diferentes disponen de similar capacidad generativa para ofrecernos respuestas a los conflictos políticos de nuestro tiempo y sus implicaciones institucionales. Ello no significa, sin embargo, que sean igualmente competentes frente a según qué problemas y contextos concretos. En ocasiones un enfoque puede ser mucho más competitivo que otro y aportar mejores soluciones.

Por poner un ejemplo sencillo: en nuestro ordenamiento liberal, políticas de inspiración fuertemente neorrepublicana como la denominada “ordenança cívica” tienen difícil encaje. En la práctica, esto produce disfuncionalidades en el gobierno (lo que en vano conduce a más de uno a hablar en términos de gobernanza, en lugar de afrontar el problema de la institucionalización de las prácticas instituyentes de un orden social distinto a las que la mencionada ordenanza pretende hacer frente) y, por ende, a la “corrupción” del régimen (me refiero al concepto de corrupción que empleaban los clásicos para indicar precisamente las prácticas destituyentes que amenazaban la res pública). No quiero decir con ello que se haya de gobernar estrictamente en clave liberal, sino más bien que se ha de considerar los efectos en materia de legitimidad, eficacia y eficiencia, etc, que producen medidas mal elaboradas como la que ejemplifica esta ordenanza en cuestión.

En definitiva, gobernar hoy requiere afrontar un redimensionamiento de lo que está dentro y fuera del orden institucionalizado. Sólo así se puede afrontar de manera “salutífera”, al decir Maquiavelo, los acontecimientos que nos aguardan. Más aún si lo que deseamos es llevar a cabo un proyecto emancipatorio que efectúe políticamente (vale decir, institucionalizando en términos políticos) la potencia antagonista del conflicto social.

2. ¿Qué motivaciones te llevaron a hacerlo?

Para serte sincero, dos factores inspirados por la XI Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx (aquella que decía “hasta ahora los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de maneras diferentes, se trata, sin embargo, de cambiarlo”): por una parte, mi propia experiencia política como ex militante de partido y activista de los movimientos sociales; por otra, la incapacidad profunda de la izquierda para comprender lo que está sucediendo (aunque ambos factores se entrecrucen); y al decir esto me refiero tanto a la izquierda parlamentaria (mal llamada “institucional”) como a la izquierda social o activista.

La izquierda parlamentaria ha demostrado una profunda incapacidad para comprender el carácter constituyente de la política del movimiento; algo doblemente grave dado que, además de un error normativo mayúsculo, conlleva un ejercicio de desmemoria peor que notable. Las organizaciones de la izquierda parlamentaria son hijas de la política del movimiento, ya sea en su declinación obrera (PSOE, IC-PSUC, EuiA, etc…), nacionalista (ERC) o ecologista (IC-Verdes). Como tales nacieron contra los regímenes de poder, instituyéndose desde la desobediencia de la ciudad o desobediencia civil (las huelgas, los sindicatos, las manifestaciones, los partidos obreros y tantos otros componentes que hoy integran con éxito institucional nuestro régimen político, acaso sea necesario recordarlo, no siempre fueron legales y alguien hubo de instituirlas).

Para mi resulta particularmente triste y preocupante ver cómo ante una demostración de creatividad tan fenomenal como la demostrada por el movimiento universitario (no sólo estudiantil) contra la implementación del Plan Bolonia, la izquierda parlamentaria (especialmente ERC e ICV; del PSC ya nunca espero nada) ha carecido por completo de capacidad para generar las condiciones institucionales de un diálogo efectivo con la parte de la ciudadanía afectada por la política de mercantilización de la enseñanza universitaria. No se trata ya sólo de la “minorización” deliberada de la ciudadanía activa (el estudiante tratado como un menor, no como ciudadano), ni de la intervención desmesurada de los Mossos en la gestión del conflicto (afortunadamente saldada con una imprescindible depuración de responsabilidades) o de tantos otros déficits democráticos vistos en los tres o cuatro últimos cursos y, especialmente, en el que todavía no ha terminado. Se trata, además (y precisamente porque se supone que hablamos de izquierda), de que las prácticas instituyentes del movimiento, por medio de la producción de espacios deliberativos como las facultades ocupadas, de herramientas decisionales como los referendums (en ocasiones, con mayor legitimidad y participación que algunos claustros y rectores) y tantas otras formas novedosas de hacer política, han conseguido desarrollar niveles de democracia participativa muy superiores a los de las instituciones que nos gobiernan, enrocadas en una impotente declaración de unanimidad parlamentaria con la derecha y la derecha extrema a favor de Bolonya.

En la izquierda parlamentaria alguien debería cuestionarse dónde queda la representación política de los miles que nos hemos manifestado contra la implementación del Plan Bolonia. Desafortunadamente, me temo, esta actitud arrogante, desesperada y extremadamente débil (una debilidad tan frágil como lo puede ser un consenso con CiU, PP y C’s) sólo provocará desafección política (al igual que antes lo hizo el proceso de elaboración del Estatut, el referendum sobre la Constitución Europea, la ley de partidos, la prohibición de listas abertzales, etc.). No se sorprenda esta izquierda, si luego no supera el umbral de la marginalidad electoral.

Y, por favor, no se me malinterprete ya que, al margen de mi oposición personal al Plan Bolonia, por razones que no vienen al caso (mercantilización, crecimiento insostenible, destrucción de las culturas minoritarias, etc.), de lo que se trata aquí es de cómo se hace frente al conflicto produciendo un nuevo marco de referencia para la participación debidamente institucionalizado (de esto va realmente mi ensayo y esto es, también, lo que lo motiva). Tanto si se está a favor como si se está en contra de la actual implementación del Plan Bolonia, la izquierda parlamentaria debería estar haciendo las cosas de una manera radicalmente diferente, abordando la negociación no ya desde la autorreferencialidad del poder constituido y su universo simbólico cultural (el parlamento como instancia soberana), sino desde el horizonte constituyente de las prácticas de la política movimiento.

En definitiva, la izquierda parlamentaria tiene un despiste más que considerable. Se vanagloria en su discurso de poder hablar de participación democrática cuando lo único que está demostrando es una búsqueda desesperada de aquiescencia a sus políticas por parte de los sujetos sociales que deberían estar protagonizando el cambio social en su marco de referencia institucional (la organización de partido, el sindicato, etc.). Mientras no se entienda esto, y mi trabajo es apenas una primera contribución modesta en este sentido, emplear expresiones como “izquierda transformadora” sólo conseguirá vaciar de contenido este marco referencial, provocando desafección (lo que electoralmente se traduce en victorias de la derecha).

Pero si con la izquierda parlamentaria la cosa no va bien, con el activismo tampoco va mucho mejor. Seguramente por la ruptura generacional que lo informa (estamos ante la primera generación socializada en la democracia), el activismo de hoy no comprende las inercias institucionales de las organizaciones parlamentarias (y no sólo éstas, sino otras igualmente institucionalizadas en la forma-Estado, a la manera, por ejemplo, de los grandes sindicatos en los mecanismos de la acción social concertada). Lejos de comprender hasta qué punto sigue siendo fundamental incidir sobre la maquinaria institucional del Estado nacional a la hora de producir políticas públicas y estructuras de oportunidad política favorables, el activismo realmente existente parece empecinarse en la reiteración de repertorios modulares de acción colectiva perfectamente obsoletos, como si de un mantra se tratase. Basta con observar hasta que punto las manifestaciones se han hecho tremendamente aburridas, incluso tras la incorporación de las batucadas.

Por poner un ejemplo igualmente ligado al contencioso que ha originado la implementación del Plan Bolonia: no se puede pensar que a fuerza de manifestaciones se hará cambiar de posición a las formaciones parlamentarias. Los activistas deberían estar extrayendo en estos momentos las conclusiones creativas lógicas que se derivan de sus movilizaciones de este curso y el pasado. Si algo ha demostrado este curso respecto al año pasado es que no se pueden agotar las energías en la convocatoria de manifestaciones masivas sin poner en marcha nuevas formas de participación ciudadana. Frente a la negativa unánime de las fuerzas políticas del Parlament (responsables, por ello mismo, de la deslegitimación de la representación política) no es de recibo volver a las calles como si el pulso de la masividad fuera suficiente. Se trata por el contrario, de inventar nuevas formas de presión política democrática (lo que los anglosajones llaman “grassroot lobbying”) que hagan cambiar los planteamientos actuales de nuestros gobernantes “desde abajo a la izquierda” (subcomandante Marcos dixit).

Por otra parte, el activismo debería tomar igualmente consciencia de sus propias limitaciones en materia de cultura política. Los procesos asamblearios, por ejemplo, siguen adoleciendo de unos niveles de violencia verbal, patriarcalismo, homofobia, etc., indignos de quien pretende demostrar que las cosas se pueden hacer mejor. El sectarismo ideológico y el conflicto edípico-identitario sigue pesando demasiado entre lxs activistas, incapaces muchas veces de comprender la complejidad de la política, su efectuación pragmática en el mundo realmente existente.

Existen, en fin, muchas otras motivaciones, de biografía política y académicas algunas de ellas, pero sin duda la preocupación por la situación actual que vive la izquierda es la más destacada. Si con mi trabajo logro estimular preguntas, debates y propuestas, me daría por más que satisfecho. Aunque quizás no se perciba a simple vista, la concesión de este premio para mí ha sido muy esperanzadora viniendo de donde viene; un gesto importante en una situación tan crítica como la actual que anima a pensar que es posible desbloquear ciertos planteamientos.

3. Qué crees que puede aportar tu trabajo a la construcción teórica del ecosocialismo?

Por poder podría aportar (sobre todo si tuviese continuidad y un mayor y mejor desarrollo) algo que a mi modo de ver es fundamental: el cómo de una política de la emancipación.

Me explico: desde las perspectivas políticas emancipatorias de las que el ecosocialismo quiere ser expresión como programa político, se suele hablar mucho del “qué” (del programa y las políticas públicas) y poco o nada del “cómo” (de la política propiamente dicha). Esto viene de antiguo: Marx, por ejemplo, fue capaz de un formidable diagnóstico del capitalismo decimonónico, pero nos dejó con las ganas de una teoría de la organización (esta la aportaría Lenin, con los consabidos déficits autoritarios) y de una teoría de la agencia (por esta seguimos esperando, aunque Rosa Luxemburg apuntase algunas ideas y el operaismo las desarrollase). A mi modo de ver, el principal problema no es tan sólo saber qué pasa y qué queremos conseguir (de esto vamos bien servidos), sino cómo hacemos para conseguirlo (aquí nuestra ignorancia es considerable).

En la actualidad, de hecho, existen sobradas alternativas al capitalismo capaces de superarlo en eficiencia y justicia social (la renta básica o el software libre son dos buenos ejemplos). En el último medio siglo (y no sin el terrible coste del periodo histórico inmediatamente anterior) se han producido las bases materiales para otra forma de organización social. A esto se refieren autores como Paolo Virno con la paradójica expresión “comunismo del capital”. Pues bien, es a partir de esta potencia, donde hay que insertar las estrategias políticas emancipatorias. Seguir mirando a los paradigmas de éxito en los Treinta Gloriosos y al welfarismo de inspiración keynesiana no es un programa de mínimos es, literalmente, una involución histórica. A fuerza de resistencialismo, parece que la izquierda se obstine en no querer salir de sus propios bucles ideológicos.

Las razones para todo esto son múltiples, pero la excesiva dependencia organizativa de la especialización funcional propia del taylorismo (el profesor de universidad que piensa la renta básica pero no ejerce más allá de su función de sabio, el político que aprueba leyes y toma decisiones, pero no se informa ni reflexiona lo suficiente, etc.…; figuras todas ellas encerradas en nichos conectados por automatismos ineficaces) es una de las que más pesa. Todo ello depende sobremanera de los diseños institucionales en que operamos (el taylorismo, junto con el keynesianismo y el fordismo siguen siendo lastres más que notables para la cultura política de la izquierda).

Mi trabajo puede aportar aquí, bien que modestamente, no pocas preguntas y algunas reflexiones sobre cómo incidir de manera constructiva en estos diseños. Hoy en día urge redefinir el papel del partido político como interfaz representativo de la política del movimiento, apremia resituar el Estado nacional en el horizonte de su propia obsolescencia; se nos impone, en fin, dar rienda a la potencia creativa de la multitud. La seguridad política de los marcos de referencia institucionales en que nos movemos es sólo pan para hoy y hambre para mañana. La derecha ya ha encontrado en el estado de excepción, la guerrra global permanente o el espectáculo de la crisis algunas herramientas eficaces para seguir disciplinando las sociedades. Va siendo hora de ponerse al día.

4. Ante la crisis actual, ¿qué papel crees que debería jugar la izquierda alternativa?

Primero tendríamos que ponernos de acuerdo en que es esto de la izquierda alternativa. Aunque yo mismo, por pura comodidad y voluntad de comunicar he recurrido a conceptos como izquierda y derecha, la realidad política actual es que estos conceptos son de escasa o nula utilidad; inútiles, digo, desde el momento en que la genealogía de esos conceptos nos remite a un aparato categorial judeo-cristiano e institucionalmente fundado en el parlamentarismo. Con alternativa, transformadora u otros adjetivos pasa algo similar (¿alternativa a qué, transformadora de qué?). Cualquier papel relevante habría de comenzar por esta autodeconstrucción de la que se dice izquierda alternativa.

Suponiendo que fuésemos capaces de ponernos de acuerdo en estas premisas conceptuales, o si se prefiere, “haciendo como que nos entendemos, a fin de entendernos”, diría que la izquierda alternativa ha de jugar un papel central en las tareas de enunciado de propuestas e implementación de soluciones a los problemas que se concentran simbólicamente en esto que llamamos crisis (¿la crisis de qué, de quien?). Para ello, así lo he intentado plasmar en mi ensayo, no basta con situarse en la cómoda posición de la responsabilidad gubernamental o en la centralidad del parlamentarismo (vale decir del triángulo institucional que prefiguran la opinión mediática –que no pública–, las instituciones del gobierno representativo –parlamento, ayuntamientos, etc– y la competición electoral –la distribución de mandatos o fragmentos de autoridad soberana). A mi modo de ver es preciso (y urgente) desplazar el epicentro de la izquierda alternativa (y con ello recuperar la iniciativa en la estrategia política) hacia la política del movimiento.

No quiero decir con ello que no sea importante ganar elecciones, alcanzar posiciones de poder institucional y gobernar. Me refiero a que es preciso redefinir por completo lo que ha sido la estrategia estatocéntrica de la izquierda en general, y de la izquierda alternativa más concretamente, para remplazarla por una estrategia movimentocéntrica, mucho más ágil y reactiva a los contextos de incertidumbre y extremadamente cambiantes en que vivimos y de los que esta crisis es, sin duda, un formidable agregado. En la actualidad se han enunciado grandes propuestas y desafíos (antes citaba la renta básica y el software libre, pero son sólo dos ejemplos) que se arriesgan a ser reapropiados en clave conservadora. Al igual que ya ha sucedido en otras ocasiones, todo progreso puede verse colapsado y posteriormente vaciado por estrategias conservadoras.

Así ha ocurrido en las últimas décadas con la contrarrevolución neoliberal, respuesta a los desafíos emancipatorios de las sesenta y setenta (feminismo, ecologismo, pacifismo, etc.) que los ha ido vaciando de contenidos (hoy incluso el PP se podría decir preocupado por la mujer, el medioambiente, etc.). Para que esto no suceda es fundamental comprender el momento constituyente en que nos encontramos, volver a los principios de la ciudad y desde ahí proceder a rediseñar nuestros marcos institucionales canalizando toda la potencia de la multitud en políticas sociales y una ofensiva política emancipatoria.

dimarts, de maig 12, 2009

[ cat ] Curs d'estiu :: Pensar el Món d'Avui: Temes Actuals de la Teoria Política


La societat actual canvia tan ràpidament que els conceptes s'estan quedant antiquats sense que disposem d'altres alternatius. Així, parlem de la fi de l'Estat nacional o de la crisi dels partits i de la representació, però, què hi ha al seu lloc?

Aquest curs proposa una visió sobre diferents temes d'actualitat buscant respostes en la teoria política més innovadora. Des del treball immaterial fins a la política de la identitat, passant per l'estat d'excepció o el decreixement, es treballarà una pluralitat d'autors que busquen noves respostes.

Cada sessió organitzarà un Àgora en la que es debatrà cada tema en profunditat

+ informació

diumenge, d’abril 19, 2009

[ cat ] Seminari : La participació per la cultura de la sostenibilitat

Dimarts, 21 d'abril

15:45 h Recepció

16h El context: Problemátiques Complexes i noves formes de acció política

Joaquím Sampere, Universitat de Barcelona
La definició de problemes complexos i la sostenibilitat: les cultures sostenibilista i productivista

Joan Subirats, Universitat Autònoma de Barcelona
El nou entorn social, les noves formes de fer política, i els reptes per a la governança

Raimundo Viejo, Universitat Pompeu Fabra
Política del moviment, institucionalització i “política pública” (public politics)

Tomas Villasante, Universitat Complutense de Madrid
Participació i xarxes socials

17:30h preguntes i debat (30 min)

18 h Pausa cafè

18:30 Anàlisis: La diversitat de les formes participatives

Marc Parés - Universitat Autònoma de Barcelona
Presentació de la investigació La participació ciutadana en la gestió de l’aigua
Presentació del projecte “Debat Públic al Voltant d’un Audiovisual sobre la Participació al Territori”.

19:20 – 21h Taller La nostra Diversitat Creativa: Investigant noves formes de fer Política.
Es tracta d’explorar la diversitat de formes de participar amb potencial d'interrelacionar l’acció col•lectiva amb la definició de polítiques publiques que construeixen el Territori.

Dimecres, 22 d'abril

16h Articulació entre societat civil y administració: una aproximació des de la pràctica

- Miguel Lazo Pressupostos Participatius Rurals en Cuenca (Equador)
- Raül Valls Centre per la Sostenibilitat
- Enric Frances Consell d’Associacions de Barcelona

17:30h Café

17:45h – 21h Taller participatiu La nostra Diversitat Creativa: Identificant bones práctiques.

Farem l’exercici de relacionar el resultat del Taller del dia 21 amb experiències al territori, passades o presents, per tal de dibuixar algunes orientacions de com es pot gestionar la nostra pluralitat

Organització

Ajuntament de Barcelona
Institut de Govern i Politiques Publiques – Universitat Autonoma de Barcelona
REDs Red Europea de Dialogo Social
Observatori del Deubte en la Globalització
Càtedra de Sostenibilitat de la Universitat Politecnica de Catalunya
Grup Promotor: Projecte Investigació – Acció - Cooperativa: Debat Públic al Voltant d’un Audiovisual sobre la Participació al Territori.

dilluns, d’abril 06, 2009

[ es ] Principios de la ciudad

Tres paradigmas normativos ante la política contenciosa. Un ensayo sobre las prácticas instituyentes y la (re)organización de la esfera pública

La versión en castellano se puede descargar aquí.

divendres, d’abril 03, 2009

[ cat ] Premi Nous Horitzons 2009



El treball “Principios de la ciudad. Tres paradigmas normativos ante la política contenciosa. Un ensayo sobre las prácticas instituyentes y la (re)organización de la esfera pública” ha guanyat el 7è premi Nous Horitzons.

[ cat ] Opcions gallegues

Publicat al nº 180, pàg. 4 de la revista Treball, març 2009



Tota elecció és una opció. En les passades eleccions gallegues s'han posat de manifest dos models contraposats de mobilització. D'una banda, el model de mobilització tradicional de la política de partit, capaç d'organitzar importants xarxes clientelars des del poder local per a finalment promoure la conquesta del poder. Per l'altra, el model de mobilització antagonista, freturosa d'un adequat interfície partidista en les institucions del govern representatiu.

A la vista dels resultats, les elits del primer d'ambdós models ha fet bé el seu treball, el segon no; i molt especialment pel que fa al BNG, d'entrada molt més procliu a la política del moviment que el PSOE. Mentre que el PP ha sabut resoldre els seus problemes interns en l'oposició i presentar una candidatura articulada, el PSOE i el BNG han cregut que ells, i no les xarxes que els van enaltir temporalment al poder, eren qui havien guanyat. Aquesta afirmació, difícilment contrastable i sens dubte polèmica des de la perspectiva dels estudis electorals habituals, es pot verificar sense problemes quan deixem de considerar el govern representatiu com un sistema que es produeix a si mateix, i ens fixem en les mobilitzacions.

Al cap i a la fi, per molt representativa que sigui la democràcia, no deixa de ser democràtica. En el terreny del concret això vol dir que, per més que el bipartit pogués haver guanyat les eleccions el 2005, per revalidar el seu èxit extraordinari (literalment: fora de l'ordre) hauria d'haver estat considerada la política del moviment en el disseny de les estratègies. Malauradament, el PSOE des de la Transició i el BNG des de principis dels 90 no han tingut per res en compte el moviment. O pitjor encara: ho han fet, exclusivament, amb la finalitat d'obtenir rèdits immediats. Així s'ha demostrat i així se seguirà demostrant en futures convocatòries si no hi ha una autèntica refundació.

Remetem-nos als fets. El 2005, des de les xarxes d'activistes del més variat signe es van desenvolupar diverses campanyes a fi de què el PP perdés les eleccions. La campanya “Hai que bota-los” n’és el millor exemple. Però atenció: que el PP perdés no significava que es volia que el bipartit guanyés. Sens dubte, l'habilitat de pensar en negatiu va tenir uns efectes positius sobre el resultat electoral, però el bipartit va malinterpretar que això significava un xec en blanc.

Al llarg de la legislatura, no obstant això, les xarxes antagonistes no van cessar d'enviar missatges: mobilitzacions contra els incendis, vaga del metall a Vigo, manifestacions en defensa de les ries, etc. Contràriament al desdeny de les elits del bipartit, el sector activista de la ciutadania romania vigilant. En l'inici de la campanya va enviar un missatge inequívoc:
“Governe quem governe, Galiza nom se vende”. El bipartit va fer cas omís i el va obviar tan com va poder. El més sorprenent, però, és que ara es dóna la culpa als mitjans o a la campanya electoral. Sembla que el bipartit prefereixi seguir en l'oposició unes quantes legislatures més.

dimecres, d’abril 01, 2009

[ es ] Nueva publicación en el volumen colectivo La globalización en crisis




La globalización en crisis. Control, gubernamentalidad y política de movimiento
José Ángel Brandariz, Antón Fernández de Rota y Rosendo González.

PDF: Globalización en crisis

Referencia: BRANDARIZ, José Ángel; FERNÁNDEZ DE ROTA, Antón y GONZÁLEZ, Rosendo. 2009. La globalización en crisis. Gubernamentalidad, control y política de movimiento. Málaga: Diputación de Málaga, ULEX, Casa Invisíbel, Universidade Invisíbel.

ÍNDICE/

0. Introducción

1. Luís G. Soto. “Del poder y la contestación”

2. José Ángel Brandariz. “Sobre control y lógicas del castigo en el capitalismo postfordista”

3. David San Martín. “El riesgo como dispositivo de gobierno en las sociedades de control. Algunas notas sobre Frontex”

4. José María Cardesín. “Downtown Los Angeles: Políticas de renovación urbana y cine en estados unidos”

5. Rosendo González. “Virtual WWWorlds. Servidumbres y liberaciones en la era digital”

6. Antón Fernández de Rota. “La singularidad histórica del movimiento global”

7. Raimundo Viejo. “El notable, el partido y el movimiento: Tres políticas ante el cambio global”

dimecres, de març 18, 2009

[ cat ] Declaració contra l’entrada de la policia a la UPF i per un debat constructiu

El vespre del passat divendres 13 de març des del rectorat de la nostra Universitat es va recórrer als Mossos d’Esquadra per tal de desallotjar un grup d’estudiants que havien manifestat la seva intenció de mantenir-se a la UPF durant el cap de setmana per celebrar diferents activitats relacionades amb la mobilització que estan realitzant en favor de la Universitat pública i de qualitat. Més enllà de la consideració que pugui merèixer aquesta mobilització i assumint el comunicat de l’Associació Catalana d’Universitats Públiques en el que s’afirmava que els rectors i rectores actuarien per tal de garantir la normalitat acadèmica, el bon funcionament del servei públic universitari i preservar la integritat dels espais públics de les universitats i els usos que els són propis, volem mostrar el nostre malestar i la nostra disconformitat amb la utilització de la força pública contra els estudiants. Pensem que corresponia a les autoritats acadèmiques l’exploració de tota possibilitat d’actuació abans d’haver sol·licitat expressament l’entrada de la policia al recinte universitari.

A l’interior de la comunitat universitària hi ha dubtes i preocupacions pels processos que s’estan vivint a la Universitat, des d’aquells que tenen a veure amb l’aplicació dels nous graus i les noves metodologies fins als que afecten al finançament de la institució. Pensant sempre amb la funció que ha de tenir la Universitat pública, entenem que la manera de resoldre els reptes que tenim per davant i els conflictes que es puguin presentar no pot passar per un altre camí que no sigui el de l’anàlisi, la reflexió, el debat i els acords, sense presses i amb la participació activa de tots els membres i estaments de la Universitat Pompeu Fabra. Desitgem que el període que s’ha d’iniciar amb el nou equip de govern de la UPF ens permeti avançar en aquesta direcció. Necessitem crear les condicions per fer-ho realitat. És aquesta la nostra voluntat i ens comprometem a participar d’acord amb les nostres possibilitats.

Recollida d’adhesions a centre.moviments@upf.edu.
Podeu llegir la declaració i continuar el debat si ho voleu a agora upf

Primeres signatures:

Joan Benach, Ciències Experimentals i de la Salut
Anna Cuxart, Economia i Empresa
Francisco Fernàndez Buey, Humanitats
Mariona Ferrer, Ciències Polítiques i Socials
Natàlia Izard, Traducció i Ciències del Llenguatge
Santi Izquierdo, Humanitats
Jesús Marchán, Humanitats
Eloy Martín Corrales, Humanitats
Jordi Mir Garcia, Humanitats
Joan Miralles de Imperial, Economia i Empresa
Dolors Obiols, Ciències Polítiques i Socials
Jaume Paradís, Economia i Empresa
Xavier Perramon, Tecnologies de la Informació i les Comunicacions
Josep Pich, Humanitats
Martín Rodrigo, Humanitats
Apen Ruiz, Humanitats
Raimundo Viejo, Ciències Polítiques i Socials
Ramon Villanova, Economia i Empresa
Patrick Zabalbeascoa, Traducció i Ciències del Llenguatge

dimarts, de març 17, 2009

[ cat ] Curs d'estiu :: Pensar el Món d'Avui: Temes Actuals de la Teoria Política

La Comissió d’Ordenació Acadèmica reunida el dia 3 de març del 2009 va aprovar la proposta de curs d’estiu «Pensar el Món d'Avui: Temes Actuals de la Teoria Política» dins de l’oferta de Cursos d’Estiu de la UPF, 2009. El curs tindrà lloc al juliol, de 10:00 a 13:00.

Més infos en breu en aquest bloc i a la web dels cursos d'estiu

Presentació del curs

La societat actual canvia tan ràpidament que els conceptes habituals s’estan quedat antiquats sense que disposem encara d’altres alternatius. Així, per exemple, parlem de la fi de l’Estat nacional o de la crisi dels partits i de la representació, però, què hi ha al seu lloc? Aquest curs proposa una visió general a diferents temes d’actualitat buscant respostes en la teoria política més innovadora. Des des del treball inmaterial fins a les identitats, passant per l’estat d’excepció o la crisi ecològica, es treballarà una pluralitat d'autors que intenten trobar respostes. Cada sessió organitzarà un agora en la que cada tema es debatirà en profunditat.

Avaluació

Treball de curs (5-10 págs., amb index, reflexió crítica, bibliografía, etc.) sobre una temática

Programa previst

Sessió 1 Presentació del curs: temes actuals de la teoria política
Agora/Quin són els temes teòrics de l’agenda política actual?

Sessió 2 Epistemologia i gir lingüístic: el lloc del coneixement en el capitalisme cognitiu
Agora/Estudiar, coneixer, produir, treballar: són activitats realment diferents?

Sessió 3 Del homo sapiens al ciborg: els límits de l’antropologia política
Agora/Fins on canvien les noves tecnologies les nostres formes de vida?

Sessió 4 Subjecte o subjectivació: la teoria queer i la teoria política post-feminista
Agora/L’identitat de gènere: constructe o predeterminació biològica?

Sessió 5 Desterritorialització i orige: migracions
Agora/Pot un mòn cosmopolita ser un mòn sense arrels?

Sessió 6 Creixer o decreixer? L’ecologia política versus l’economia política
Agora/Un mòn de 6.000.000.000 habitants de classe mitjana?

Sessió 7 La política del moviment: la teoria de l’agència del canvi social
Agora/Poden els nous moviments socials fer política de forma autònoma?

Sessió 8 Nació, Imperi, Multitud
Agora/Quin és el lloc de la nació en un mòn globalitzat?

Sessió 9 Mutacions del poder sobirà i estat d’excepció
Agora/Guantánamo com paradigma de govern?

Sessió 10 Cap a una nova gramàtica política
Agora/Conclusions

Bibliografia recomanada

• AGAMBEN, Giorgio: Estado de excepción.
• BUTLER, Judith: Actos performativos y constitución de género. Un ensayo sobre la fenomenología y la teoría feminista.
• GORZ, André: Lo inmaterial.
• GUATTARI, Félix: Las tres ecologías.
• HARDT, Michael/NEGRI, Antonio: Imperio y Multitud.
• HARAWAY, Donna: Manifiesto para cyborgs.
• MEZZADRA, Sandro: Derecho de fuga.
• VIEJO VIÑAS, Raimundo: La política del movimiento.
• VIRNO, Paolo: Cuando el verbo se hace carne: Lenguaje y naturaleza humana.

dimarts, de març 03, 2009

[ gz ] Bartleby en Galiza

Traducido ao galego por Xosé Dorrío

Non son poucos os seguidores e defensores do bipartito que se quedaron de pedra logo dos resultados electorais de onte. Querían caldo (gañar subindo a participación) e tiveron dúas tazas. Non deixa un de sorprenderse ó ver ata que punto confunde algunha xente desexos e realidades, proxectos políticos e identidades persoais.

En toda esta frustración hai sen dúbida moito narcisismo, pero sobre todo, pouca comprensión dos cambios políticos da última década. E a pesar de que un leva todo este tempo insistindo en que a política do movemento transformou e continuará transformando o panorama político, os que aspiran a ser a interface representativa das loitas sociais nas institucións do gobierno representativo (os que o fan honestamente, queremos dicir) non parecen querer darse conta. Tanto peor… para cantos padecemos as consecuencias das políticas neoliberais (e non só para os que fixeron campaña).

Intentemos explicalo unha vez máis, a ver si a forza de fracasos conseguen extraer algo en positivo: a política do partido non se move por sí soa. Ainda que o goberno representativo e as maquinarias electorais xeren a impresión de que o xogo dos votos é un sistema autopoético, nada máis lonxe da realidade. E o que é máis importante, cada vez máis lonxe da realidade, pois a política do movemento segue progresando e a dependencia da política de partido é cada vez maior.

Di o dito que non hai peor cego que o que non quere ver. Pero si se buscan, as evidencias están aí, á vista de quen queira. Un exemplo ben sinxelo (especialmente útil para os socialistas): nas derradeiras eleccións o seu lema de campaña foi “movo-me” con variantes como “movo-me por Galiza” o “movo-me por ti” (ainda que escrito en galego normativo, claro). Indudablemente, os responsables da campaña entón intuiron ben a potencia da política do movemento. Claro que tampouco era para tanto tendo en conta que se acababa de alcanzar o intre álxido dunha ola de movilizacións (LOU, Prestige, Guerra, etc.). Nestas eleccións, polo contrario, o lema foi “O Presidente”, como si Touriño non acadase o poder polo efecto do “hai que bota-los”.

Nas eleccións de onte, subiu a participación e o PP ganou. Non poucos comentaristas resucitaron para a ocasión o mito da Galiza ignorante, rural e caciquil, que despertaría para a ocasión. Pero reducir a Feijoo a isto é entender ben pouco ou nada. Algo xa non funciona nestes comentarios para o país de Nunca Máis.

Fai un par de semanas, de feito, dende a política do movemento advertíase, ante o comezo das elecciones, que: “governe quem governe, Galiza nom se vende”. O igual que o Bartleby de Melville, o escriba que gobernaba dende a potencia e non dende o acto, miles de manifestantes fixeron saber ó bipartito: preferiríamos non ter que… volver a soportar ó PP cuatro anos máis. Pero si non nos dades máis alternativa que os parques eólicos, reganosa e todo o demais, ó final teremos que porvos de patiñas na rúa.

Dito e feito. Visto que contra o PP conflictuades mellor, de volta á oposición. Así di hoxe a voz da multitude. Unha multitude que ata agora tivera que valerse por sí mesma, unha multitude entre a que non hai poucos que creran convinte votar ó bipartito. Pero unha mesma multitude dentro da cal habitan os perxudicados da súa ineficacia política, do seu clientelismo, do seu mesmo facer que o PP; unha multitude que loitou, loita e seguirá loitando, unha multitude que tivo que emigrar, soportar a precariedade, o sexismo, a contaminación, o feismo e a destrucción xeralizada do país; unha multitud que non creu en ningún intre –nin dende o primeiro día do goberno de Touriño e o seu subalterno– as promesas electorais, pois sabía que o único que importaba era o “hai que bota-los” e que “Galiza nom se vende”; unha multitude, en fin, que sabe esperar paciente a que aprendan a facer as cousas como se ten que facer, sen corruptelas, sen cacicadas, sen autoritarismo.

Sone, pois, ben alto e claro o himno de Galiza, nación triste da multitude: “imbéciles e escuros, nom nos entendem, nom!”.

dilluns, de març 02, 2009

[ es ] Bartleby en Galiza

[ traducido ao galego por Xosé Dorrío ]

No son pocos los seguidores y defensores del bipartito que se han quedado de piedra tras los resultados electorales de ayer. Querían caldo (ganar subiendo la participación) y han tenido dos tazas. No deja uno de sorprenderse hasta que punto confunde alguna gente deseos y realidades, proyectos políticos e identidades personales.

En toda esta frustración hay sin duda mucho narcisismo, pero sobre todo, poca comprensión de los cambios políticos de la última década. Y a pesar de que uno lleva todo este tiempo insistiendo en que la política del movimiento ha transformado y continuará transformando el panorama político, quienes aspiran a ser el interfaz representativo de las luchas sociales en las instituciones del gobierno representativo (los que lo hacen honestamente, queremos decir) no parecen querer darse cuenta. Tanto peor… para cuantos padecemos las consecuencias de las políticas neoliberales (y no sólo para quienes han hecho campaña).

Intentemos explicarlo una vez más, a ver si a fuerza de fracasos consiguen extraer algo en positivo: la política del partido no se mueve por sí sola. Aunque el gobierno representativo y las maquinarias electorales generen la impresión de que el juego de los votos es un sistema autopoiético, nada más lejos de la realidad. Y lo que es más importante, cada vez más lejos de la realidad, pues la política del movimiento sigue progresando y la dependencia de la política de partido es cada vez mayor.

Dice el dicho que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero si se buscan, las evidencias están ahí, a la vista de quien quiera. Un ejemplo bien sencillo (especialmente útil para los socialistas): en las anteriores elecciones su lema de campaña fue “movo-me” con variantes como “movo-me por Galiza” o “movo-me por ti” (aunque escrito en su normativa, claro). Indudablemente, los responsables de la campaña entonces intuyeron bien la potencia de la política del movimiento. Claro que tampoco era para tanto habida cuenta de que se acababa de alcanzar el momento álgido de una ola de movilizaciones (LOU, Prestige, Guerra, etc.). En estas elecciones, por el contrario, el lema fue “O Presidente”, como si Tourinho no hubiese llegado al poder por efecto del “hai que bota-los”.

En las elecciones de ayer, subió la participación y el PP ganó. No pocos comentaristas han resucitado para la ocasión el mito de la Galiza ignorante, rural y caciquil, que habría despertado para la ocasión. Pero reducir Feijoo a esto es entender bien poco o nada. Algo ya no funciona en estos comentarios para el país de Nunca Mais.

Hace un par de semanas, de hecho, desde la política del movimiento se advertía ante el comienzo de las elecciones que: “governe quem governe, Galiza nom se vende”. Al igual que el Bartleby de Melville, el escriba que gobernaba desde la potencia y no desde el acto, miles de manifestantes advirtieron al bipartito: preferiríamos no tener que… volver a soportar al PP cuatro años más. Pero si no nos dais más alternativa que los parques eólicos, reganosa y todo lo demás, al final tendremos que poneros de patitas en la calle.

Dicho y hecho. Visto que contra el PP conflictuais mejor, de vuelta a la oposición. Así dice hoy la voz de la multitud. Una multitud que hasta ahora ha tenido que valerse por sí misma, una multitud entre la que no hay pocos que han creído conveniente votar al bipartito. Pero una misma multitud dentro de la cual habitan los perjudicados de su ineficacia política, de su clientelismo, de su mismo hacer que el PP; una multitud que ha luchado, lucha y seguirá luchando, que ha tenido que emigrar, que soportar la precariedad, el sexismo, la contaminación, el feismo y la destrucción generalizada del país; una multitud que no ha creído en ningún momento –ni desde el primer día del gobierno de Tourinho y su subalterno– las promesas electorales, pues sabía que lo único que importaba era el “hai que bota-los” y que "Galiza nom se vende"; una multitud, en fin, que sabe esperar paciente a que aprendan a hacer las cosas como se han de hacer, sin corruptelas, sin cacicadas, sin autoritarismo.

Suene, pues, bien alto y claro el himno de Galiza, nación triste de la multitud: “imbéciles e escuros, nom nos entendem, nom!”.

dijous, de febrer 26, 2009

[ cat ] Eleccions a Galícia i País Basc



Anàlisi de resultats al Col·legi de Politòlegs i Sociòlegs de Catalunya

Ponents:
  • Joan Botella. Catedràtic en Ciència Política. Universitat Autònoma de Barcelona
  • Antoni Batista. Doctor en Ciències de la Comunicació i expert en periodisme especialitzat en conflictes, entre ells al País Basc
  • Raimundo Viejo. Doctor en Ciències Polítiques i de l’Administració per la Universitat Santiago de Compostela
  • Presenta i modera: Anna Parés, degana del Col·legi de Politòlegs i Sociòlegs de Catalunya
Lloc: Pati Llimona. c/ Regomir, 3. Barcelona
Data: dimarts 03/03/2009
Hora: 19 h

L’entrada és lliure però l’aforament és limitat. Cal confirmar assistència mitjançant l’adreça de correu electrònic activitats@colpis.cat o bé trucant al número de telèfon 93 241 41 22.

[ cat ] Programa especial - eleccions als Parlaments de Galícia i Euskadi















Diumenge a Catalunya Ràdio, especial que començarà a les 20h. i està previst que acabi sobre les 23h. El presentaran Kilian Sebrià i Marta Romagosa i tindrà enviats especials a les seus dels principals partits, tant a Galícia com a Euskadi.

A l'estudi de Barcelona el professor de ciència política de la UAB, Agustí Bosch, i el professor de la UPF, Raimundo Viejo. Als estudis de Ràdio Euskadi a Bilbao hi haurà el catedràtic de ciència política de la UPB, Pedro Ibarra, acompanyat del politòleg de l'IGOP, Ricard Vilaregut. Tots quatre analitzaran l'evolució dels resultats al llarg de la nit.

dimarts, de febrer 24, 2009

[ cat ] Des de dalt a l’esquerra?

Publicat pel setmanari Directa, nº 127, 18 de febrer de 2009, pàg. 5.



Pels qui no creiem en el principi de la unitat del poder, el fet que es presentin moltes candidatures sempre és una bona notícia. No seré jo, doncs, qui critiqui Izquierda Anticapitalista (IA) per haver donat el pas endavant i haver decidit presentarse a les pròximes eleccions europees. De fet, la meva signatura es compta entre les 800 que donen suport el manifest perquè es presenti una candidatura alternativa al trist panorama que ofereix avui el parlament europeu.

No obstant això, el fet de presentar una alternativa exigeix que aquesta aporti quelcom substantiu programàticament, a més d’unes formes noves de fer política. En aquest sentit, tant el
procés engegat per IA per constituir-se com a organització com els continguts concrets dels seus eixos programàtics, es troben bastant lluny de presentar una alternativa del tot convincent.

En primer lloc, perquè per IA –igual que per altres formacions d’hegemonia neotrotskista– el disseny estratègic i programàtic semblen dependre molt més dels seus propis desenvolupaments
identitaris que no pas de l’anàlisi i la crítica d’allò realment existent. Particularment deutora d’aquest fet és la seva convicció que el Nou Partit Anticapitalista (NPA) d’Olivier Besancenot constitueix un model a imitar. I això sense tenir en consideració l’especificitat de l’Estat espanyol, la realitat institucional de la qual hauria de partir IA.

Agradi o no, el NPA és un producte molt francès, propi d’un règim polític extremadament centralitzat. Per l’estructura del seu propi aparell administratiu, la concentració de població a l’Île de France o la configuració de l’opinió pública, entre molts altres trets, una alternativa com la del NPA té –en el règim polític francès– algunes opcions amb les quals IA no podria ni somiar aquí. Però quan analitzem el procés engegat per IA, resulta fàcil observar que no s’ha tingut en compte per res l’estructura del règim espanyol. Més aviat sembla que es vol obrir una franquícia amb el segell Besancenot.

Per altra banda, si del que es tracta és de construir una interfície institucional pels moviments socials a les instàncies del govern representatiu, no sembla que IA es trobi en condicions de plantar cara amb èxit a unes eleccions europees, ni per la seva estructura organitzativa ni per la seva proposta programàtica ni per la seva cultura política ni pel seu nombre de militants ni per la formació dels seus quadres. Una altra cosa ben diferent és que assoleixi reunir les signatures per presentar-s’hi (així ho esperem, sincerament). Però, fins i tot en aquest cas, cal qüestionar-se seriosament a quin tipus d’organització s’està donant lloc.

De fet, les preguntes no són poques: de quin marc de participació disposen els moviments per intervenir en l’elaboració del programa, l’estratègia, etc.? Quins mecanismes de control ofereixen als seus votants? Com s’organitza la democràcia i el pluralisme intern (rotació, revocació, etc.)? Quins són els vincles efectius de poder que uneixen IA als seus aliats europeus? A dia d’avui, la balança sembla inclinar-se més cap als dubtes que cap als vots.

[ es ] Estudios sobre la política del movimiento



Publicado (por fin!) el doble número monográfico (Nrs. 17-18) de Ágora. Revista de Ciencias Sociales dedicado a la política del movimiento.

He aquí los enlaces a los archivos pdf de la introducción, escrita conjuntamente con Pablo Iglesias, y el artículo "Pensar en la política del movimiento". El resto de los artículos están igualmente disponibles en línea.

Estudios sobre la política del movimiento

Pablo Iglesias Turrión (UCM) y Raimundo Viejo Viñas (UPF) (Coords.)

Pensar en la política del movimiento
Raimundo Viejo Viñas (UPF)

dijous, de gener 22, 2009

[ cat ] I el programa?

Article publicat pel setmanari Directa, nº 123, 21 de gener de 2009, pàg. 6



Per raons professionals, recentment he hagut de fer una recerca sobre els programes dels partits. Sorprenentment, cap d’ells no facilita l’accés al seu programa a la pàgina d’entrada de la web. Tots sense excepció obliguen la ciutadania a passar una bona estona navegant abans de trobar el programa de les últimes eleccions. Rares vegades hi ha programes d’eleccions anteriors. En algun cas, fins i tot, per més que es busqui, no es trobarà el programa enlloc. En algun altre, el programa únicament està disponible en castellà. En fi, els programes no són accessibles en cap cas a través de tecnologies aptes per persones amb diversitat funcional (per exemple, no existeixen formats àudio per les persones invidents).

Aquest fet sorprèn precisament ara, en un temps en què no es para de parlar de la crisi de la representació, de la desafecció i de tants altres símptomes de la més àmplia crisi de la política. Des d’aquell cèlebre “programa, programa, programa” d’Anguita fins al present, estem fartes i farts de veure els portaveus dels partits –sobretot en temps electorals– presumint de la condició del partit com a eina de la democràcia, de la bondat dels seus programes com a contractes amb la societat, etc. Encara ressona en la ciutadania el mea culpa pel distanciament de la realitat del carrer que va seguir els vergonyosos índexs d’abstenció electoral en el referèndum de l’Estatut i altres convocatòries. Això sí, no hi ha programa que no es cansi de parlar de les bondats de la democràcia participativa i de l’interès declarat de cada partit en qüestió per afavorir la participació ciutadana.

Pel que es veu, la realitat és ben diferent i cal qüestionar-se seriosament si es pot dir que és tan sols una nimietat quan no és el cas aïllat d’un o dos partits, sinó el de totes les forces amb representació al Parlament (i no només a casa nostra, puc assegurar que passa el mateix en altres comunitats autònomes). No sembla que el que està en joc sigui poca cosa: estem parlant d’impedir l’accés a una eina elemental per avaluar allò que fan els partits amb els vots de la ciutadania. No fa falta ser més demòcrata que un liberal per comprendre que el programa és el contracte a través del qual els partits, a més d’accedir al repartiment de poder institucional, han de guiar la seva acció de govern durant la legislatura.

Així les coses, potser ja és hora que, en comptes de parlar de desafecció de la ciutadania, comencem a pensar altres conceptes més ajustats a la realitat dels partits, com són la falta de transparència o l’opacitat de la gestió, la voluntat de no rendir comptes, etc. Que ningú se sorprengui, després, al carrer, quan escolti els manifestants que canten “li diuen democràcia i no ho és”.

[ es ] La casa por el tejado

Artículo publicado por Diagonal, nº 94, 22 de enero de 2009




Con la presentación del manifiesto Por una candidatura anticapitalista en las elecciones europeas de 2009, Izquierda Anticapitalista (IA), la organización neotrotskista nacida del malogrado Espacio Alternativo, ha decidido presentarse a las europeas. En general, siempre es saludable que haya un abanico lo más amplio posible de opciones (no necesariamente alternativas) donde elegir. Dado, además, el panorama de IU hoy, tras lustros de cainismo y su esperpéntica asamblea, no parece mala cosa que su espacio electoral pueda dejar de ser monopolizado por la IU del PCE.

Para quienes no pensamos que la participación en el movimiento sea incompatible con la disposición de un ‘interfaz representativo’ –alguna modalidad de plataforma electoral presente en las instituciones representativas bajo ciertas condiciones organizativas internas y políticas de alianzas predefinidas–, el fracaso de IU en constituirse como tal interfaz debería conducir a nuevas fórmulas por parte de los activistas (que no de los ‘políticos’) a fin de ofrecer una alternativa viable. En este terreno, claro está, nadie tiene la fórmula mágica, por lo que firmar y apoyar la opción de IA no deja de ser un sano ejercicio democrático. Ello no obsta para que, aprovechando la ocasión, hagamos valer nuestras discrepancias.

Discurso: un paso atrás

A nadie se le debería escapar que cambiar Espacio Alternativo por Izquierda Anticapitalista es un sintomático paso atrás en lo discursivo. Allí donde el primero se enunciaba como voluntad de repensar la gramática política de las organizaciones radicales de los ‘70 y ‘80, la segunda se repliega sobre dos conceptos heurística, categorial y políticamente inoperantes. Al igual que el psicoanálisis es incapaz de pensar fuera del yo, el padre o el Edipo, cualquier organización que se construya sobre la identidad ‘izquierda anticapitalista’ se autolimita al universo categorial del gobierno representativo y el capital.

A diferencia de otros conceptos históricamente útiles como partido, militante, masas, etc., izquierda no es más que un espacio de la representación política carente de unos contenidos específicos: izquierda sólo es lo que no es derecha. Asimismo, anticapitalista nos limita en el mejor de los casos a un momento negativo de la dialéctica, la cual, incapaz de liberarse de la trascendencia, frustra toda posibilidad de emancipación (inmanente por definición).

IA sigue anclada, pues, en la discursividad de la dialéctica y en la voluntad de organizar un contrapoder hegemónico que alcance a resolver la reductio ad unum allí donde el movimiento pueda lograr la escisión (sin salir del manifiesto programático de IA: “pueblos” o “sectores populares” y no multitudes, “criterios unitarios” o “convergencias” y no diversidad o política del reconocimiento, etc.). Al igual que cualquier otra variante del leninismo sesentayochista, se confía en alimentarse del movimiento, generando una representación exógena al mismo que se erija, empero, en su dirección política. Va de suyo que en el marco organizativo postfordista (descentrado, reticular, fluido...) esta fórmula está abocada al fracaso (y para ejemplos, la estructura de las revueltas sociales de lo que va de siglo, de la banlieue francesa a Grecia).

Contenidos: más de lo de siempre

A raíz de lo anterior, no sorprende que los ejes programáticos (de momento en borrador), sigan siendo deudores de una foto fija del siglo pasado. En el terreno de los contenidos concretos, por ejemplo, no se cuestiona el productivismo capitalista desde el horizonte del decrecimiento. Se habla, sin embargo, de “sostenibilidad” y de “cambio productivo” como si estas palabras resolviesen algo por sí solas. Tampoco hay un rechazo al régimen salarial y una apuesta por la renta básica, proponiéndose, por demás, una suerte de nacionalismo económico como única alternativa a la globalización. De la inmaterialización del trabajo, la descentralización de los procesos productivos, etc., mejor ni hablamos.

Pero si en el terreno de la crítica de la economía política no se abren grandes expectativas (ya que de ecología política, strictu senso, no se podría hablar), en otras líneas programáticas tampoco se avanza gran cosa. La cuestión nacional se comprende únicamente en la clave del derecho a la autodeterminación de los pueblos, escapando por completo a los cambios fundamentales en el terreno del derecho a decidir y la democracia directa. El problema de la estructura del Estado ni existe y la crisis de la soberanía, el Estado de excepción o la globalización siguen siendo pensadas en términos del Estado nacional y la crítica del imperialismo, como si no hubiese pasado nada desde 1989.

Por lo que hace a la dimensión afectivo- sexual, no parece que el impacto de la teoría queer y la deconstrucción del género hayan hecho mella en el ideario neotrotskista. La pragmática de su discurso sigue siendo inequívocamente heteronormativa. La violencia de género no se piensa desde el género como violencia, y la crítica del binarismo, reiterándose las viejas fórmulas de un feminismo ideológico y de apoyo externo a subjetividades que deberían, empero, ser protagónicas. Al igual que pasa con otras subjetividades antagonistas como los migrantes, la pragmática del discurso sigue moviéndose en la centralidad del varón, adulto, asalariado, nacional, etc.

Éstas son apenas algunas puntualizaciones destacadas en un breve repaso, pero habría mucho más que decir. La propuesta dista mucho de ofrecer auténticas alternativas, limitándose, por lo general, a identificarse con algunas luchas actuales, adoptando posiciones algo más izquierdistas que las de IU.

Estrategia: la casa por el tejado

Pero al margen de lo anterior, si algo ha pensado mal IA, ha sido su estrategia. La ruptura con IU llega tarde, con el movimiento a la baja y justo en la convocatoria menos oportuna para construir un proyecto creíble al medio plazo. A diferencia de las candidaturas municipalistas, IA ha preferido empezar por el tejado, pensando en clave jacobino-blanquista- leninista-trotskista-besancenotista, esto es, en términos de conquista de un poder central desde otro poder central a partir de una concepción acumulativa y funcionalista del poder. Va de suyo que, dada la fragilidad de IA, este discurso sólo se mantiene a nivel de la pragmática, explicitándose tácticamente en las más razonables palabras de la alternativa que no existe y se quiere contribuir a construir, aun cuando la candidatura no se ha construido como un proceso abierto y negociado, sino como golpe de efecto táctico.

No sorprende, pues, que IA no oculte su admiración por la LCR y su IU particular, el NPA. El problema, no obstante, es que IA no ha pensado en que dicho modelo es inviable en el Estado español por múltiples razones (estructura del Estado, configuración de la opinión, cuestión nacional...). Besancenot y el mundo de la LCR, de hecho, son algo inexistente que sólo opera como un exterior constitutivo en su imaginario y no en nuestra realidad política. En suma, IA es un síntoma, no una solución a la crisis política de nuestros días.

dimecres, de desembre 17, 2008

[ cat ] De la ‘banlieue’ a Grècia: l’eixam contra la precarietat

Publicat per la Directa, nº 120, 17 de desembre de 2008, pàg. 7



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Les revoltes de la banlieue francesa de 2005 i l’actual revolta grega tenen molt més en comú del que sembla a primera vista. No es tracta del fet que hagin estat dos processos de mobilització
desencadenats per un esdeveniment dramàtic similar (la mort de dos joves i un adolescent, respectivament, per efecte dels abusos policials). Tampoc és cosa de la destructivitat inusual i cridanera que han mostrat les diferents formes de l’acció col·lectiva empleades (trencament d’aparadors, còctels Molotov, serveis d’ordre amb bastons i cascos, etc.). Menys encara del paper jugat pels mitjans de comunicació en la pròpia producció del conflicte (cridats per l’espectacularitat de la contesa al carrer, finalment s’han vist convertits en amplificadors més o menys involuntaris del que passa). No és qüestió, en fi, de l’edat jove dels participants a les protestes ni del seu consubstancial caràcter rebel (com ens volen fer creure alguns sociòlegs).

En realitat, tots aquests indicadors visibles són símptomes d’un canvi més profund que s’està operant en el si de les democràcies liberals de l’Europa occidental. Es tracta més aviat dels efectes directes del canvi radical experimentat en la constitució material de la societat durant les últimes dècades (processos de privatització, deslocalització, precarització, etc.) i del fracàs subsegüent de tot un comandament: el neoliberalisme. Anem a pams.

En primer lloc, tenim l’esdeveniment i la seva principal conseqüència: una mutació radical en la subjectivitat capaç de promoure la participació en l’acció col·lectiva allà on imperava l’individualisme. No és tan sols que l’assassinat d’un adolescent a mans de la policia sigui un fet inacceptable per si mateix. Desafortunadament, aquest fet és molt més freqüent del que sembla i no per això provoca reaccions semblants (el cas de Pedro Álvarez, sense anar més lluny). No obstant això, en el cas de la revolta de la banlieue de 2005, amb la mort de Zyed Benna i Bouna Traor –com amb la de Los Àngeles de 1992, després de la pallissa a Rodney King–, la indignació va encendre les metxes.

I quan diem indignació no pensem en un ús retòric de la paraula, sinó en el sentit més profund de ruptura constituent que comporta enfrontar-se a la mort quan és executada per un sobirà que en fa la seva font de dret. La indignació s’entén, així, com a violació de la dignitat comuna de tots els éssers humans, no ja com la dignitat de l’individu del dret liberal, sinó com a vincle social que federa singularitats irreductibles. La inalienable dignitat de naixença és, doncs, la instància on s’activa la revolta. Però no de qualsevol manera, sinó mitjançant la producció d’un diagnòstic comú de l’esdeveniment que es caracteritza per llegir-se com una ruptura, un punt que marca un abans i un després a la manera d’un nunca mais! No es tracta d’una ruptura de la pròpia normativitat (la de cada singularitat que expressa, a la seva manera, la seva indignació). El que es trenca són els termes mateixos en què es comprèn el contracte sobre els quals el sobirà funda la seva pròpia legitimitat (“jo t’asseguro la vida i tu deixes que la governi”).



En segon lloc, la revolta grega, com la de la banlieue francesa, no es pot llegir, doncs, com un procés revolucionari que es fa seguint el vell manual leninista. En el cas francès, com en el grec, el que estem veient són repertoris de pràctiques polítiques que s’organitzen sota la fórmula de l’eixam (swarming) de manera acèntrica, fluida, contingent; l’única alternativa organitzativa capaç de donar resposta a un comandament que s’exerceix des del domini de la vida.

No pot ser d’altra manera, ja que, en tercer lloc, aquesta és la forma que ha adoptat l’organització de la producció en el postfordisme. Dissolta la fàbrica en la ciutat com a única estratègia de recuperació del control efectiu després de l’onada de mobilitzacions dels anys seixanta i setanta (en el cas grec fins al punt de provocar un canvi de règim), els repertoris s’orienten a curtcircuitar els fluxos de valorització en aquells espais on són organitzats pel capitalisme cognitiu, això és, en els carrers i zones comercials on el desig s’orienta a la mercaderia. El trencament d’aparadors, de fet, és molt menys casual del que la lectura criminalitzadora del que passa ens pot fer creure i té molt més de praxi de la crítica de l’economia política neoliberal.

No hauria de sorprendre, per tant, que en el transcurs dels esdeveniments una joventut hel·lènica –sotmesa a un atur que afecta un de cada quatre joves i a una precarietat que afecta la immensa majoria– trobi l’ocasió per qüestionar un règim de poder des de la base. Al costat de la irrupció als circuits de valorització, s’observa la creació de zones autònomes temporals a universitats i escoles, espais des d’on s’articulen les resistències de la indignació. La multitud s’apodera en aquest laboratori formidable i s’obre la possibilitat de repensar una política de l’emancipació.