dimecres, de març 06, 2013
[ es ] Desde el cuerpo, hasta siempre, Hugo Chávez
Cuando llegué a Venezuela por vez primera me encontré esa realidad dividida de la que tanto hablan. Mi lectura, sin embargo, dista mucho de la de quienes hablan de fractura. A mi, la unidad esa tan cacareada, me importa un bledo, ya lo sabéis. Lo que yo vi allí fue, por el contrario, una formidable escisión: la escisión popular con el poder soberano del príncipe, del Leviathan; la escisión del cuerpo de la multitud que celebraba haberse desembarazado del mando, la escisión que Chávez había hecho posible, asegurando las estructuras de oportunidad política requeridas por la política del movimiento.
La escisión que conocí entonces era la escisión inequívoca entre quien tenía y quien no tenía, entre quien se veía beneficiado por la recuperación del control público de recursos y quien perdía el control privado de esos recursos. La cosa era de una sencillez tan pasmosa que los habituales simples mentales que tanto pueblan nuestra izquierda creyeron encontrar la solución en los efectos y no en las causas, confundiendo a Chávez con el objetivo a imitar y no el origen de una situación histórico-concreta (así de mal suelen leer a Lenin, quienes entre nosotrxs quienes presumen de leninistas).
El país estaba dividido: y vaya que si lo estaba! Escindido entre un mando escindido (gracias a Chávez, que provenía de una ascendencia militar por completo improbable por estas tierras, con el permiso de la UMD) y un cuerpo social que festejaba la recuperación del control de recursos para construir bienestar por medio de una de las modalidades experimentales más curiosas que se hayan conocido en el terreno de las políticas públicas: las misiones.
Venezuela se ha dividido entre chavistas y antichavistas solo para quienes leen la política desde el mando. Para quienes la leemos desde el cuerpo social, Venezuela se ha dividido, para siempre, entre quienes optaron por la desobediencia al mando en la quiebra del soberano y quienes en vano todavía intentan reconstruir un poder sobre, un poder que restituya el control perdido. Hoy Venezuela entera puede hacer el duelo por Chávez, pero gracias a él, puede celebrar una libertad recuperada.
A quienes pasamos por allá, a quienes seguimos con algo de nosotrxs allá (algunxs incluso familia), nos queda la experiencia única de haber vivido, ni que fuera por unas semanas, ese periodo histórico que ahora se cierra.
Hasta siempre!