diumenge, de març 08, 2015

[ es ] Suenan las alarmas, se acercan elecciones


Publicado en Diagonal, nº 241, pág.25 (05-03.2015)


Desde la irrupción de Podemos y la abdicación del rey, las alarmas del régimen se han disparado. Mientras la formación de Pablo Iglesias se constituía en un inacabable proceso asambleario, el desafío soberanista catalán era hecho implosionar desde dentro por Artur Mas y los suyos, con la inestimable contribución, desde fuera, de los partidos del régimen y el poder judicial. Rubalcaba se retiraba de escena al cementerio de los elefantes y Pujol volvía al Parlament, a explicarse por sus crímenes confesos.

Entre tanto, la descomposición de la izquierda se iba precipitando. Tanto el PSOE como IU pierden fuerzas y efectivos a medida que las encuestas vuelven a situar Podemos como alternativa a Rajoy.Por si fuera poco, desde el fiasco del 9N —que iba para referendum y no llegó ni a proceso participativo—, el soberanismo no levanta cabeza y se obceca en no querer leer, acaso por un miedo inconfeso al poder constituyente, la potencia antagonista del desafío que ha planteado Podemos al régimen asumiendo el ejercicio efectivo de derecho a decidir.

Así las cosas no sorprende que las CUP, en lugar de apostar por una articulación en la mayoría por la ruptura, hayan preferido rechazar la reconfiguración de alineamientos propuesta por Ada Colau (lo que comportaba aceptar resituar a ICV en el tablero). Esta discrepancia estratégica contiene una reflexión que data de siglos: a un lado, quienes creen que los procesos políticos, cual capitales, son acumulativos; al otro, quienes optan por abordar la cuestión del poder desde la decisión. Huelga decir que, a día de hoy, defensores de una y otra perspectiva estratégica pueden aducir mil argumentos. Solo el tiempo y los resultados electorales dirán la última palabra.

Encaramos un 2015 llamado a ser histórico. Cuatro momentos decisivos, cuatro etapas a sortear; y ciertamente no a favor de quienes desafían al régimen. Para comenzar la disposición de las convocatorias ha querido poner a prueba la estrategia de la ruptura por arriba. Con una primera parada en Andalucía, donde Podemos difumina su perfil para adoptar las personales tonalidades que le imprime Teresa Rodríguez, la izquierda dispondrá de una última oportunidad. Si pierde, la siguiente parada será ya la de las mil y una contingencias.

Las municipales y autonómicas no podrían presentarse de otro modo ante la eclosión municipalista. Desde el lanzamiento de Guanyem Barcelona, la iniciativa ha replicado en un sinfín de lugares, bien que en declinaciones por veces antitéticas. La urgencia de una lancha de salvamento en el hundimiento del régimen ha incentivado a no pocas fuerzas de izquierda a sumarse tarde, mal y sin mucho escrúpulo al tsunami municipalista.

Pero si la segunda etapa arriesga con hacer naufragar las distintas opciones en un océano de candidaturas, más complicadas se presentan las “primarias” catalanas. En buena lógica táctica, Mas las ha situado en el marco simbólico que le conviene, confiando que incluso unas malas municipales sean enmendables por una buena Diada. Sabido es que el escenario catalán es complejo y que ni Podemos se va a librar de la intrincada composición política de un país capaz de albergar a un tiempo la más amplia reivindicación por la ruptura constituyente y las más altas cuotas de abstencionismo.

Un traspiés catalán podría costar demasiado caro a la estrategia de ruptura por arriba. Tanto más por cuanto desde hace poco se pergeña en los medios un artificioso competidor para Podemos: Ciutadans. Podemos bloqueó su despegue, pero en Catalunya juegan en casa. Una derrota de los de Albert Rivera sería el espaldarazo definitivo para Podemos. Un error, sería fatídico.