Una compilación de Jónatham F. Moriche con textos de José Luís Carretero, Andrés Villena, Juan Domingo Sánchez Estop,
Liliana Pineda, Salvador López Arnal, Miguel Manzanera, Beatriz Gimeno,
Santiago Alba Rico, Jorge Moruno, Lola Matamala, Jónatham F. Moriche,
Juan Pedro García Del Campo, Patricia Rivero, Raimundo Viejo Viñas e
Íñigo Errejón.
ANDRÉS VILLENA: La zona euro
parece estar preparando un reforzamiento interno, pero sin contar con la
República de Grecia. El nuevo partido de izquierdas representa la mejor
síntesis entre europeísmo, solvencia política y crítica a los
desequilibrios que nos han llevado a esta situación. De esta fuerza se
espera la mejor negociación con los países acreedores para una
permanencia condicionada a la adecuada reestructuración de la deuda y a
las posibilidades de salir del cepo que la troika ha impuesto al Estado
griego.
JUAN DOMINGO SÁNCHEZ ESTOP: Rara
vez me ha dado rabia no poder participar en unas elecciones. Sé que,
cuando estas contribuyen a la representación del pueblo, silencian a la
multitud dando la voz al poder. No acepto las elecciones que me impiden
decidir. Hoy, sin embargo, en Grecia, por primera vez en demasiados
años, una elección puede constituir una decisión, pues una de las
fuerzas políticas ascendentes, Syriza, representa algo que el poder
jamás podrá tolerar: el movimiento social que ha hecho democráticamente
irrepresentable y moralmente impresentable al orden social vigente.
Syriza ocupa el vacío de representación que deja el poder, mostrando la
incompatibilidad con la democracia del saqueo neoliberal de Grecia, de
Europa y del mundo, y abre, como en América Latina, un espacio al
protagonismo de las multitudes, de los ciudadanos cualesquiera.
Asistimos así a un hito en la difícil “conquista de la democracia”. Por
eso, nuestros compañeros griegos sonríen y el poder pone cara de
funeral.
LILIANA PINEDA: Syriza expresa
el rechazo social del pueblo griego, amplio y lo suficientemente
contundente, a las medidas económicas antisociales impuestas por la
Unión Europea, que se derivan de las mentiras que nos han contado para
justificar los destrozos producidos por el capitalismo en su última
fase: la financiarización total de las economías, que promueve
cíclicamente la formación de niveles de deuda pública y privada
inasumibles, con el objeto de apropiarse de todo lo existente, y que
solo obedece al interés depredador de las grandes corporaciones
transnacionales.
SALVADOR LÓPEZ ARNAL:
Debemos apoyar a Syriza, y a otras fuerzas de la izquierda griega, por
solidaridad internacionalista, uno de los mejores valores de la
izquierda que no ha claudicado, y porque en Grecia se juega -como se ha
jugado en otras ocasiones y se seguirá jugando en el futuro hasta que el
marco económico, político y social en Europa y en el mundo, no sea el
que es, una civilización codiciosa enemiga del ser humano, de las
virtudes republicanas y de la propia Naturaleza- una etapa esencial de
la lucha que los pueblos europeos están generando contra los
explotadores de los trabajadores, de los sectores más desfavorecidos,
contra los descreadores de la Tierra, contra los que están dispuestos a
ubicar la justicia, la libertad y la igualdad en el basurero de la
Historia. Hace algunos años, la señora Thatcher, un nudo muy
representativo del neoliberalismo desalmado en el que se nos obliga a
vivir, lo dijo con nitidez y prepotencia ultraconservadora: “La economía
es el método pero nuestro objetivo es el alma”. Y en eso siguen.
Syriza, otras fuerzas de izquierda y la ciudadanía griega indignada,
combativa y rebelde, no está dispuesta a que los vampiros de siempre
chupen su sangre, nuestra sangre, y rompan impíamente su alma y la
nuestra en mil pedazos. Lo quieren todo, incluso con riesgo de
ecosuicidio. Fausto es su referente y cualquier rasgo de humanidad
genera risotadas en sus consejos de administración y en sus reuniones de
gobierno.
MIGUEL MANZANERA: Es necesario
encontrar un nuevo modelo de organización social, ya que la
civilización industrial capitalista se encuentra en profunda
decadencia. Es una crisis que abarca múltiples dimensiones a corto,
medio y largo plazo. A corto plazo, porque el neoliberalismo nos ha
traído una profunda crisis económica, debido a la desregulación del
mercado y la falta de control sobre la producción, promovidas ambas por
los gobiernos conservadores. La depresión económica será duradera en
Europa, y la hegemonía del desarrollo mundial se trasladará a otros
continentes a medio plazo, especialmente hacia la región de Extremo
Oriente. A largo plazo, la insostenibilidad del capitalismo hará
necesario un nuevo modo de producción socialista, que haga viable la
sociedad humana en equilibrio con los recursos terrestres y las
exigencias medioambientales. La victoria de Syriza pondrá a los griegos
en el buen camino para encontrar respuestas racionales a esta coyuntura
histórica. Eso nos ayudará a todos.
BEATRIZ GIMENO:
Porque es por fin, después de mucho tiempo, una verdadera oportunidad
para cambiar las cosas. Porque por primera vez en mucho tiempo, décadas,
un discurso de izquierdas, verdaderamente crítico con el capitalismo y
enfocado a un cambio estructural, tiene la oportunidad de alcanzar el
poder; por lo que eso significa no sólo para los griegos, sino para toda
la izquierda europea. Una parte de ella, la mayoritaria, presa de
tantas concesiones a la derecha que se ha hecho irreconocible e
indistinguible de la derecha, y la otra, condicionada hasta ahora por su
falta de poder real que era, en muchas ocasiones, auténtica incapacidad
para alcanzarlo. En este sentido Syriza puede significar un auténtico
bombazo ideológico para el capitalismo; la posibilidad de destruir el
falso axioma de que no hay alternativa.
SANTIAGO ALBA RICO:
Un cepo mortal parece cerrarse sobre Europa. Rehenes de un sistema
agotado y de una gestión económica interesada y criminal, la población
europea se ha convertido en una presa fácil de las tentaciones
neopopulistas y neofascistas. ¿Este es nuestro destino? ¿El regreso a la
miseria y la dictadura? Syriza marca de pronto otro camino: la
posibilidad misma de revertir desde Grecia el fatalismo impuesto desde
la banca y la troika. Por eso una feroz campaña trata de intimidar y
aterrorizar al electorado griego. Por eso, del otro lado, es necesario
comprender que la victoria de Syriza será la victoria, no de un partido,
no, sino de todos los que luchamos por otra Europa y otro mundo
posible. Puede que no haya otra oportunidad. Syriza se presenta a las
elecciones griegas; pero sus votos deciden el futuro de todo un
continente.
JORGE MORUNO: Syriza se ha
posicionado como la esperanza que se proyecta en Europa, en torno a la
posibilidad de interrumpir la repetición del automatismo financiero.
Syriza es empujada por una ciudadanía activa y politizada, que entiende
la ruptura con el régimen y la deriva neoliberal, como la única manera
de imaginar otras formas de distribuir la riqueza y el peso de la culpa.
Ganar las elecciones no asegura nada, pero es un paso importante. Está
por ver como enfrenta dentro de sus fronteras a los sectores más
reaccionarios y los anula, al mismo tiempo que lidia con la troika. A
ello se le suma la complicada tarea de mantener el equilibrio con un pié
en el parlamento y otro en el movimiento. El viento parece que puede
cambiar de rumbo, habrá que esperar, pero de lo que no cabe duda, es que
ese viento a favor necesita del soplo de las gentes europeas empujando,
para que al final sea Grecia, la que nos arrastre al resto.
LOLA MATAMALA:
No soy griega, no vivo en Grecia, ni siquiera la he visitado, pero
observo desde hace casi dos años a su gente. Mi mirada de admiración
para su toma de calles. Mi mirada nerviosa cuando vi que colocaban sus
cuerpos silenciosos frente a ese parlamento que decidía si pedía el
segundo rescate. Mi mirada de frustración cuando el brazo político de la
mafia bancaria dio vía libre, por segunda vez, a la estafa. Mi mirada
de tristeza al contemplar que l*s plantad*s en esa plaza eran seres
invisibles porque siguen existiendo ciegos con corazón de madera. Meses
más tarde, en mayo, el hartazgo se tradujo en el 16% para Syriza y la
convirtió en el tercer partido con más votos. Ahora a l*s grieg*s, a
punto de comenzar el verano, les vuelven a dejar hablar a través del
insuficiente -pero el único efectivo del sistema impuesto- mecanismo
electoral. Syriza, que representa el partido más a la izquierda en el
país, tiene muchas posibilidades de conducir a esta Grecia devastada
hacia el fin del abismo porque los de este partido no quieren obedecer a
la Troika y se proponen auditar a la máxima culpable: la deuda. De esta
manera, su programa encierra premisas para un juicio justo y retoma
mecanismos para remar hacia formas de vida dignas, justas y coherentes
en un momento en el que es más que visible que nunca cómo los hombres de
negro han entrado por las venas a l*s ciudadan*s de esta polis nacida
de la democracia. Todas estas líneas las escribo a pocos kilómetros de
otra capital de un Estado recién tomado por los perversos con traje
oscuro. Mientras tanto, sigo observando lo que decida el país de
Atenea. Ahora, la mirada de esperanza es también para ell*s.
JÓNATHAM F. MORICHE:
En su discurso al IV Congreso de la Internacional Comunista de 1922,
Lenin se refiere a la cuestión de la inflación en la joven república de
los soviets: “nosotros no concedemos demasiada importancia a estas
cifras, pues los ceros pueden ser tachados. Ya hemos aprendido algo en
este arte, y seguro que en el curso de los acontecimientos alcanzaremos
en él mucha mayor maestría". El transcriptor anota: “risas”. Algo de
esta actitud burlona de los bolcheviques hemos visto en la campaña
electoral de Syriza. Se trata de la misma expresión combativamente
jocosa de una política que se hace fuerte sobre la convicción de que los
ceros de la mala economía pueden ser legítima y efectivamente
cancelados por la autoridad del buen gobierno. Y no hablamos sólo de los
ceros griegos: es inevitable que una auditoría de la deuda griega como
la que propone Syriza se convierta en una auditoría de conjunto de la
fantasmagoría neoliberal europea y de la monstruosa montaña de ceros
apilados sobre nuestras cabezas por el FMI, el BCE, las agencias de
calificación, la prensa económica y el resto de logias y cofradías del
gran mercado. Si finalmente Syriza accede al gobierno y persiste en su
desafío a esta supersticiosa dictadura de los ceros, veremos
desencadenarse sobre Grecia toda la ira de los poderes capitalistas del
continente. Será el momento de intensificar, multiplicar, diversificar e
interconectar los focos de resistencia y ataque contra esos poderes a
todo lo largo, ancho y profundo de Europa, hasta minar decisivamente su
capacidad de agresión. Es en esa dinámica de solidaridad política activa
que la experiencia griega puede derivarse en oportunidad europea, al
convertirse su ejemplo y su defensa en el precipitante de aquella
federación de sujetos políticos europeos de emancipación que desde hace
ya algún tiempo las condiciones históricas vienen demandando.
JUAN PEDRO GARCÍA DEL CAMPO:
Porque el voto a Syriza en estas elecciones no es una apuesta más en el
terreno de la representación o de la gobernanza. Votar Syriza, en la
coyuntura actual, no es elegir a sus candidatos para gestionar el futuro
dándoles carta blanca para actuar en nombre de nadie, sino más bien
todo lo contrario: es la forma de expulsar del poder a los gestores de
la nueva expropiación del común en curso a nivel europeo y, al hacerlo,
abrir la posibilidad real de tomar decisiones sobre el común al margen y
en contra de los que exigen obediencia a los dictados de "lo
económico". Votando Syriza no se elige a los gestores de la gobernanza.
Los responsables de Syriza no se cuentan cuentos al respecto y son
conscientes de que ganar unas elecciones no es equivalente a tener el
poder. No es un asunto menor: que planteen así las cosas, ahora, es
síntoma de que saben dónde se juega la soberanía (y dónde no) y en qué
condiciones puede (o no) ser ejercida. Esa claridad es un argumento más
para pensar que no estamos ante un partido que pide el voto como lo
haría cualquier otro... sino ante la posibilidad real de abrir un
espacio para la democracia.
PATRICIA RIVERO:
Durante mucho tiempo los griegos han sido los “sudacas” de Europa junto
al resto de países mediterráneos. En Latinoamérica, por décadas y
décadas, el pueblo fue víctima de planes de ajuste estructural por parte
de organismos internacionales como el Banco Mundial, el FMI, el Club de
París, al mismo tiempo que el gran capital exprimía los recursos
humanos y naturales. Fuimos devorados por estas fieras, tocamos fondo, y
mucho... Pero desde hace varios años América Latina empezó a ver la
luz, creyó que existía una alternativa a los dictados del
neoliberalismo, y hoy la región está cada vez más fuerte, autónoma y
soberana. Cuando se sufre mucho y cuando se ha sido sistemáticamente
flagelado, toca el cambio y salir a la calle e indignarse, romper contra
ese sistema neoliberal criminal. A esta Grecia “sudaca” también le toca
hoy, después de tantas caídas, ver la luz. Ha llegado el momento de que
los votantes de Europa no hagan oídos sordos al mensaje alternativo.
"Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro" dijo el Che Guevara.
Grecia tiene hoy en sus manos la oportunidad de ver esa luz, y esa luz y
ese futuro es Syriza.
RAIMUNDO VIEJO VIÑAS:
Hablar de Syriza hoy es hablar del futuro de Europa, de la recuperación
y avance de la democracia, de la reapertura de lo político, de tantas y
tantas cosas que sólo un enunciado de titulares nos llevaría más de mil
páginas. Para quienes no lo recuerden, hubo otro 17-J, en 1953, en el
que los trabajadores de la RDA se rebelaron contra la carestía de la
vida, las condiciones de trabajo y las medidas impuestas por una
burocracia autoritaria. Por entonces Bertold Brecht escribió un poema
que acababa ironizando: “¿Y no sería mejor disolver el pueblo y escoger
otro?”. La irreductibilidad del cuerpo social al automatismo
tecnocrático, de la vida al mando, es nada más ni menos lo que está en juego el
próximo domingo. Syriza es lo más cercano que tiene Europa hoy a un
rescate del 99%. Y no por ser una panacea ni una solución, ni siquiera
por ser “los nuestros”: tan sólo (y hoy es, como quien dice, todo) por
ser la opción de restituir a la arena política lo que nunca debió salir
de ella.
ÍÑIGO ERREJÓN: El diktat de la
deuda y el chantaje consiguiente a los pueblos se despliega, en Europa,
sobre un terreno abonado por décadas de estrechamiento y subordinación
de la política a razones aparentemente técnicas, y de devastación de las
referencias identitarias, culturales e intelectuales de la izquierda.
Así, la crisis puede ser representada en el discurso dominante como un
fenómeno atmosférico, que amenaza a una población indiferenciada en los
impactos que sufre y en sus responsabilidades. Si la oligarquización de
los sistemas políticos europeos pone cada vez más aspectos de la
regulación social “a salvo” de la soberanía popular, el discurso liberal
tecnocrático pone a las élites “a salvo” de las comunidades que
gobiernan. Grecia lleva años siendo un ejemplo paradigmático de la
desfachatez de la casta dominante, del chantaje a un pueblo golpeado por
draconianas medidas de austeridad, de la reducción de la política a un
pacto entre élites y un ejercicio de disciplinamiento y producción de
resignación para los de abajo. La posibilidad de victoria de Syriza en
las elecciones del próximo 17 de junio es sin duda el dato más
importante para la izquierda europea desde el comienzo de siglo. Supone,
su mera posibilidad, un valiente y rotundo “¡Sí se puede!”: sí se puede
recuperar la política de su secuestro oligárquico; sí se puede
atreverse a jugar el partido –conscientes de las limitaciones y
dificultades- frente a la troika y el capital financiero, atreverse a
gobernar tiempos turbulentos; sí se puede realizar una intervención
hegemónica que, en el contexto de dislocación de lo social que conlleva
la crisis, realice una articulación de los diferentes malestares y
sufrimientos en una identidad nacional-popular amplia y flexible que
pueda disputar con éxito el poder político accesible por medios
electorales. Syriza es el sí se puede de la irrupción de lo inesperado,
no en condiciones ideales de los manuales de instrucciones sino en las
realmente existentes, complejas y nunca maduras. Es la audacia de abrir,
a partir de una situación de descomposición política, la posibilidad
del cambio en favor de las clases subalternas. Syriza, es el aviso a la
oligarquía europea: la latinoamericanización de la política europea es
un boomerang, y conlleva también la posibilidad del ejercicio rupturista
de la soberanía popular.