En
estos días estoy acabando, bien que a ratos dispersos, un libro bien
entretenido que recomiendo a quienes compartan mis mismos referentes
(contra)culturales. Se trata de la obra autobiográfica de Robert Stone, Recordando los sesenta
(Los libros del silencio, Barcelona, 2011). En ella me he encontrado el
siguiente fragmento que creo refleja bien la moral sobre la que se
sustenta el desplome y/o inoperancia de la izquierda en no menor medida
que el apoyo electoral a la derecha.
Este es el fragmento en cuestión:
Este es el fragmento en cuestión:
"Uno de los chistes sobre Hollywood en lo que podría ser llamado el 'periodo Manson': Estás en Hollywood, caminando por las calles, y no has comido más que plátanos (¿qué si no?) en cuatro días. Mientras cedes al cansancio, en la esquina de Hollywwod con Vine se detiene junto a ti una gran limunsina negra. La puerta se abre: aparece un hombre gordo de brazos cortos. Lleva una boina y pantalones de montar, y sostiene entre los dedos un cigarrillo ajustado a la boina. Sin lugar a dudas, el hombre está metido en el negocio del cine. Te alcanza un sándwich y te dice: 'Eh, chico'.
Tu atención está paralizada. El sándwich tiene una pinta deliciosa, uno de esos sándwiches de California llenos de cosas buenas como aguacates o canónigos. Y de algún modo sabes que no se trata sólo de comida sino de, tal vez..., ¡una carrera!
-Lo quieres -pregunta el tipo de Hollywood-. ¡Es tuyo!
Estás hambriento. Han pasado muchos días. No podrías comerte un plátano más aunque te lo pusieran delante. Te acercas con felicidad. Y justo cuando estás a punto de cogerlo te das cuenta de que, totalmente desapercibida, en una esquina del pan, hay una prácticamente infinitesimal -pero presente de forma incuestionable- pequeñísima mancha de mierda. Por supuesto dudas. Detienes tu mano, consideras la situación. Entonces, con avaricia, agarras el sándwich mientras piensas: 'Me comeré lo de alrededor'."
(Traducción de Inga Pellisa)