Leyendo a Walter Benjamin (El origen del Trauerspiel alemán, Abada Editores, 2012: 236), me encuentro con este párrafo que viene a entrecruzárseme con una línea argumental presente en algunos fragmentos de La dansa de Medusa:
Satán, en el luto, antes que espantar, tienta; y en cuanto iniciador nos induce a un saber que se encuentra a la base de la conducta punible. Si la enseñanza de Sócrates puede equivocarse al afirmar que el conocimiento del bien conduce a hacer el bien, esto es mucho más válido en lo que respecta al conocimiento del mal. Y no es la luz interior, no es ninguna lumen naturale, lo que surge en la noche de la tristeza como este conocimiento, sino que lo que despunta del seno de la tierra es resplandor subterráneo. A quien rumia sobre éste se le enciende la honda mirada rebelde de Satán.Incitador, iniciador al conocimiento que aboca a la desobediencia, a la conducta punible, Satán, cattivo maestro, ha dejado tras de sí una estela de pensadores libres que han atravesado los tiempos enfrentándose al Uno desde la multitud, al soberano desde la potencia. De propio Sócrates a Toni Negri, leer genealógicamente la historia del pensamiento, es volver una y otra vez a ese punto de escisión primigenio que es la desobediencia que engendra el movimiento. Ser docente de la libertad es asomarse al abismo del resplandor subterráneo, dejar que se le encienda en uno la honda mirada rebelde, provocar que cuando Leviathan te mire a los ojos, el miedo cambie de bando.