Artículo publicado en Diagonal, nº 179, pág. 33 (19.07-29.08.2012)
“Los
recortes anunciados por Rajoy agravarán la recesión hasta 2013”:
así titulaba El País el paquete de medidas con el que se
inicia el protectorado económico imperial de la UE y los mercados.
El titular, no obstante, podría haber sido otro no menos consistente
y coreado: “¡No es una crisis!¡Es una estafa!”. A fin de
cuentas, estamos asistiendo a la peor operación de extorsión que
hayamos conocido.
La extorsión, recuérdese, es un “delito consistente en forzar —por medio de violencia o intimidación— a realizar u omitir un acto o negocio jurídico con ánimo de lucro y con la intención de producir un perjuicio de carácter patrimonial o bien del sujeto pasivo, bien de un tercero”. Para el caso, la intimidación viene a ser la ejercida por los mercados, y el acto o negocio jurídico con ánimo de lucro, las medidas aprobadas en Las Cortes con el objeto de arruinar las vidas del 99% en beneficio del 1%.
Pero,
¿realmente hay crisis?
La
consciencia explícita de que las medidas no sólo no remedian, sino
que prolongan y agravan la crisis desvela algo mucho más
preocupante, si cabe, que la obvia irresponsabilidad del desgobierno.
A saber: que (1) el Estado nacional ya no es el centro de poder
soberano de la modernidad, (2) la democracia liberal y el gobierno
representativo han fracasado en conciliar institucionalmente capital
y trabajo; (3) el mando que nos gobierna se instancia hoy en algún
lugar a medio camino entre instituciones supranacionales como la UE e
instituciones financieras como las agencias de rating (por citar dos
ejemplos evidentes de un entramado mucho más complejo).
Así
las cosas, ¿qué tipo de des/gobierno es aquel que se basa en
prolongar agravando y a sabiendas el malestar de la ciudadanía? Sin
duda un gobierno ilegítimo. También, como hemos apuntado, un
gobierno que no es tal, sino más bien la correa de transmisión de
instancias decisorias no menos ilegítimas, ya que escapan a todo
control democrático. Pero, sobre todo, es un des/gobierno que
responde a una lógica que debe ser diagnosticada en sus
funcionamientos, denunciada en sus efectos y combatida con una
estrategia eficaz.
Cleptocracia
La
lógica del des/gobierno puede ser identificada con un tipo de
régimen que se instaura con cada medida aprobada: la cleptocracia.
Del griego kleptēs 0
sustracción y kratos o mando, puede ser definida como “el
gobierno de los que sustraen”. Dado que se trata de una sustracción
ilegítima, podría decirse, directamente, el “gobierno de los
ladrones”. Se trata de un tipo de régimen consistente en no
gobernar desde, por y para el demos (como en democracia), sino
al servicio de la lógica de la priva(tiza)ción de los recursos
otrora públicos.
Un
sencillo ejemplo: si suben las tasas universitarias y sólo una
minoría las puede pagar, pero todxs financiamos por igual la
universidad pública con nuestros impuestos, ¿dónde, la
redistribución de la riqueza? ¿dónde, la igualdad de
oportunidades? ¿dónde, los principios del Estado de bienestar?
¿dónde, la Constitución? Así es, no obstante, como funciona la
cleptocracia: sustrae al 99% para dar al 1%.
La
deuda es el mecanismo que hace posible el robo legalizado: la deuda
privada que de forma ilegítima se convierte en deuda pública; la
deuda que como un deus
ex machina nos
condena a la pobreza. La deuda consume hoy el porvenir y, a la par,
reduce las existencias a su dimensión meramente vegetativa. Por eso
dejar de pagar resulta un imperativo en defensa de la vida digna.
Frente a un mando que se nos presenta como un automatismo financiero,
urge hoy avanzar por la vía de la desobediencia, en el
empoderamiento autónomo, hacia el régimen político del común.