Entrevista realizada por Diego Díaz para Atlántica XXII, nº 6, págs. 8-9
¿Ve alguna novedad sustancial en el reciente avance electoral en diferentes países europeos de los partidos situados a la izquierda de la socialdemocracia?
En general, la Europa meridional resiste al cambio social y de valores. El movimiento obrero y los partidos que parten de la matriz ideológica del socialismo siguen conservando cierta vitalidad. En Grecia, por ejemplo, la última revuelta social se construye en torno a un discurso muy clásico: anarquismo, obrerismo y marxismo-leninismo. Esto demuestra la vitalidad de las matrices ideológicas socialistas en un contexto nuevo, aunque queda por ver si es productiva. En Francia, se da una situación intermedia, persisten los comunistas y los trotskistas, pero también hay unos Verdes, muy particulares. Unos ecologistas bastante a la francesa que si te descuidas se ponen a favor de las centrales nucleares. Tal vez en Europa del sur el único caso, más o menos exitoso, de evolución de un partido heredero de la tradición socialista hacia un modelo verde, más nórdico, sea el del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) y su refundación como ICV (Iniciativa per Catalunya-Els Verts). ICV es capaz de reunir a Joan Saura, que es el tipo de L'Hospistalet, que viene de la periferia obrera barcelonesa, y a Joan Herrera, que es el tipo majo de la bicicleta, que ha frecuentado los movimientos sociales. La izquierda catalana, gracias a intelectuales como Manuel Sacristán o Paco Fernández Buey, el grupo de la revista Mientras Tanto, logró realizar una síntesis entre los viejos valores de la izquierda y las nuevas corrientes post-68.
Sin embargo, en el epicentro del movimiento verde ―Alemania―, aparece ahora un nuevo partido, Die Linke (La lzquierda), abiertamente socialista.
Lo que es interesante en este caso es que se abre una brecha donde menos se esperaba, en una socialdemocracia alemana, impermeable a giros izquierdistas y en la que la línea conservadora siempre se había impuesto en cualquier debate. La novedad que aporta Die Linke es su éxito en el Occidente, los post comunistas nunca habían logrado salir de su feudo oriental y, ahora, gracias a Oskar Lafontaine y a los disidentes del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania), han logrado hacerse un hueco electoral en la otra Alemania.
¿Qué opinión le merece el giro radical de alguien como Lafontaine, un líder socialdemócrata que había sido incluso ministro de finanzas de Gerard Schroeder?
Lafontaine es un jacobino populista, muy alejado de la imagen del típico cuadro negociador del SPD. Tiene un discurso muy emocional y es capaz de meterse a la gente en el bolsillo. Como secretario general del SPD, Lafontaine ya había intentado llevar al partido hacia posiciones más a la izquierda. El Programa de Berlín de 1989 fue un intento de renovar la socialdemocracia y responder al desafío de unos Verdes en alza, Luego, como ministro de Finanzas del primer gobierno de Schroeder, trató de tasar los flujos del capital especulativo y eso lo enemistó profundamente con los grandes grupos financieros.
¿Y Francia? Aquí la izquierda aparece tremendamente fragmentada, comunistas, trotskistas varios, verdes...
La trifulca que se ha montado en el Partido Socialista Francés es tan grande que ha permitido la irrupción de todos estos pequeños partidos a su izquierda. Allí la televisión y los medios de comunicación permiten unos debates muy plurales, en los que está representada toda la política parisina, desde la extrema derecha hasta la extrem a izquierda. Oliver Besancenot, el líder de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), ahora reconvertida en el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), jugando al papel de precario bueno, ha logrado un público. El NPA, más allá de su presencia mediática, carece de una base electoral sólida. La mayoría no son obreros, sino trabajadores de servicios y funcionarios. En las últimas europeas parecía que iban a captar el voto del descontento, pero han sido Los Verdes los que se han llevado el gato al agua. En todo caso, es también un fenómeno casi exclusivamente mediático, porque en Francia Los Verdes son una marca electoral sin apenas tejido social. En cuanto al PCF (Partido Comunista Francés), fue un partido enorme y sigue disponiendo de unos recursos importantes. En su día fueron incapaces de montar algo parecido a IU y, ahora, han tratado de hacerlo, tarde y mal, como reacción al NPA, creando el Frente de Izquierdas.
Por último, Portugal y la irrupción en escena de un Bloco de Esquerdas, que logra superar en las generales a los comunistas.
El Bloco es un proceso muy interesante, directamente inspirado en el Bloque Nacionalista Galego. Troskistas, maoístas y disidentes del Partido Comunista Portugués descubren en Galiza un modelo federal donde pueden convivir militantes afiliados a organizaciones políticas y otros muchos independientes. Ven además que el BNG es capaz de lograr una fuerte presencia electoral, desplazando incluso al PC de Galiza como principal partido a la izquierda de la socialdemocracia. Los portugueses cuentan con un sistema electoral más proporcional, que beneficia a los partidos pequeños. El sector que viene del maoísmo, aunque es bastante dinosaurio, deja hacer a los trotskistas, que controlan principalmente el sector intelectual. Mi previsión en todo caso es que va a ser dificil que superen la barrera del 10 por ciento.