Ya está on line mi capítulo
"Indignación. Política de movimiento, nueva ola de movilizaciones y crisis de representación", publicado en la
compilación de Fermín E. Rivas Prats, María de los Ángeles Mascott
Sánchez y Efrén
Arellano Trejo (coords.) (2012):
La actuación del legislativo en los tiempos de crisis,
México: CESOP, págs. 123-156.
El 15M, un actor inesperado
El 15 de Mayo de 2011, a una semana de las elecciones municipales y autonómicas, la
red activista
Democracia Real Ya!
(DRY) convocaba a manifestarse contra la política
económica del gobierno. Más allá incluso de esta primera y más explícita reivindicación,
la jornada también se planteaba como denuncia de un déficit democrático que había
hecho posible el giro a la derecha del gobierno Zapatero. Esta exigencia de una
“democracia real ya”
—
contrapuesta a la democracia realmente existente
—
no es que
dejase margen para demasiadas dudas. El problema de la política económica no sólo era
una cuestión de orientación más o menos progresista de las decisiones
gubernamentales. Se trataba, además, de un problema de calidad de la democracia o,
más aún, de consecución inmediata de una democracia “real”
Por otra parte, el 15M no era una fecha cualquiera en un calendario abstracto,
sino toda una declaración política en sí misma. Bajo lemas como
Toma la calle
o
No
somos mercancías en manos de políticos y banqueros
, DRY aspiraba a visibilizar el
descontento ciudadano por encima de la contienda entre partidos, pero aprovechando al
mismo tiempo la centralidad mediática de la propia campaña electoral como una
estructura de oportunidad política particularmente favorable a la movilización social.
Tan sólo desde las expectativas previstas por DRY, el 15M ya habría podido ser
considerado un gran éxito de movilización; un logro más a inscribir en la serie de
convocatorias de los meses precedentes y que apuntaba a la lenta, pero imparable,
emergencia de un nuevo ciclo de movilizaciones