dissabte, de maig 11, 2013
[ es ] Aniversarios que no serán
[ tripi teórico, no leer sin precauciones ]
Estos días estamos asistiendo a múltiples demostraciones de participación masiva en las calles. Los problemas continúan, se agravan y seguir demostrando disconformidad, desobediencia y descontento es vital. Nadie puede permanecer en este contexto como si todo hubiese acabado. Pero al tiempo, en paralelo se sigue instalando, al igual que otrora sucedió con los foros sociales, la representación sobre la que la sociedad del espectáculo reorganiza el mando. Ese mismo juego representativo, al servicio únicamente de unas elites gestoras del evento no articula, ni instituye nada; carece por completo de cuerpo social, se manifiesta apenas como un eco que intenta recoger una voz emitida.
Más aún: la producción del aniversario como acontecimiento es infortunada por ser fallo de la virtu, no alcanza a más que vaciar el propio acontecimiento que fue el 15M del propio cuerpo social que lo produjo, sustrayéndolo de sí hasta reducirlo a una forma puramente representativa, huera, muerta. El problema de la agencia emancipadora sigue siendo, por ello mismo, el más acuciante de cuantos encaramos en esta crisis de la política.
Y es que en una sociedad movilizada (que no ya un "movimiento social"), la militancia no es más que un ejercicio contrarrevolucionario que aspira a reducir el movimiento al dominio de su representación. Lo que se nombra como "movimiento social" acaba siendo el síntoma de una modernidad agotada, de una agencia que se sigue entendiendo como efectuación de lo absoluto, horizonte cerrado a su propia contingencia.
Esto es lo que siguen sin entender, para su propia desesperación (e ironía ajena), quienes siguen participando de una concepción exogenética del sujeto político, quienes confían a la gestión del espectáculo de la movilización su exclusivo (y excluyente) quehacer político, quienes pergeñan alianzas inverosímiles de conquistas del poder siempre preteridas mientras son conquistados por el propio poder. Mientras tanto, ahí sigue y seguirá, al margen (en paralelo a la militancia), la realidad viva del cuerpo social, el sujeto que nunca acaba de presentarse cuando se le convoca, ya que solo se hace accesible, en rigor, cuando se le invoca con éxito.